Ebrard: el síndrome del alacrán

Agustín Gutiérrez Canet DETONA: Ebrard nunca será leal ni a la candidata de Morena ni a la presidenta de México, pues padece el síndrome del escorpión.
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La virtual candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, ha puesto en su lugar a Marcelo Ebrard, en el sitio que le corresponde: el limbo político.

“El poder no se comparte, entiéndelo Marcelo”, pareciera responderle Claudia en los hechos ante sus pretensiones de controlar el partido y de cogobernar.

El problema de fondo del ex político salinista formado en el PRI es suponer que la política gira en torno a él, cuando su fuerza se precipita hacia la nimiedad, lo cual lo hace más peligroso como si fuera un alacrán.

La mitad de los legisladores simpatizantes de Ebrard ya huyeron del barco a punto de naufragar: de los 41 diputados que lo apoyaban, 20 ya se fueron con Claudia y los otros 21 cambiarán de idea, pues seguramente no desearán quedarse sin hueso.

Tal como diría El Tlacuache Garizurieta, célebre por acuñar la frase del político cínico: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.

Un perdedor como Ebrard no está para exigir senadurías, diputaciones ni cargos en Morena para sus simpatizantes con la argucia de que él encabeza la segunda fuerza, pues como bien le respondió Sheinbaum, en el partido no se admiten corrientes políticas que tanto daño le han hecho a la izquierda.

Como Ebrard no sabe ubicarse en la realidad, obnubilado por su arrogancia, y como es incapaz de reconocer su derrota, cegado por su vulgar ambición, bien hizo Sheinbaum en pararlo en seco.

Sin embargo, si Sheinbaum no quiere tener al enemigo dentro de casa, socavando su autoridad como líder, sembrando rumores en su campaña al estilo Camacho y minando su gobierno durante seis años, deberá dejar simplemente que se haga justicia:

Claudia debe abstenerse de intervenir en asuntos fiscales y respetar la autonomía de la autoridad judicial sobre el caudal de presuntas irregularidades por falta de integridad en las gestiones del ex canciller en la compra de pipas, vacunas, pasaportes, menajes, etcétera.

Ebrard nunca será leal ni a la candidata de Morena ni a la presidenta de México, pues padece el síndrome del escorpión.

Tomo de Wikipedia la fábula del escorpión y la rana:

“El escorpión y la rana es una fábula de origen desconocido, aunque generalmente atribuida a Esopo”.

“El escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río; la rana le dijo —¿Cómo sé que no me picarás?

El escorpión respondió: —porque haría que ambos nos ahogáramos.

La rana aceptó y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando la rana le preguntó ‘¿por qué?, si los dos vamos a morir’, el escorpión respondió: —es mi naturaleza”.

“La moraleja de la historia suele ser considerada en general de la manera siguiente: ‘No trates de engañarte con alguien creyendo que es o puede ser igual que tú; hay personas que sacarán su maldad sin importarles las consecuencias de sus actos, ni dañarse incluso a sí mismos’”.

“Otra de las interpretaciones aceptadas es que la fábula ilustra a ciertos grupos de personas cuya ambición es tan desmedida que no tienen empacho en destruir las propias circunstancias que los mantienen a flote”.

Por eso los alacranes son peligrosos.

DETONA este artículo publicado por Milenio, con autorización de su autor.
Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).