¿Egoísmo del voto?
Lo sucedido el martes pasado en los EUA nos debe llamar a la reflexión.
La victoria de Trump en las elecciones del país vecino, por segunda ocasión, refleja una manera de pensar y de sentir del votante norteamericano que, quizá, no dista mucho de la nuestra, y la de la ciudadanía de otros países.
Creo que todos los electores sufragan por quien consideran el o la mejor.
Pero:
- ¿Mejor en qué?
- ¿Que sea más honesto, más capaz, más conciliador, más veraz, que su contrincante?
- Pues parece que no, y son otras las razones y los sentimientos…
...que influyen a la hora de la votación.
Y es que uno supondría que en países como Argentina, cuyos ciudadanos se precian de poseer una amplia cultura, el rechazo al entonces candidato Javier Milei sería unánime, en cuanto representaba si no la locura en persona sí estrafalarias actitudes ajenas a un estadista: bautizó a sus cuatro perros con el nombre de los economistas que tiene de referentes, presume de haber participado en tríos sexuales e insultó al papa Francisco, su paisano.
No obstante estos absurdos, arrasó en las elecciones argentinas del año pasado.
Lo mismo ha pasado con Donald Trump.
También extraña que en la nación más poderosa del mundo, que se concibe a sí misma como la custodia de la democracia internacional, sus votantes sean capaces de elegir a un personaje de tales características.
Delincuente declarado, dado a mentir constantemente, con posiciones claras de racismo, grosero, violento -fue el autor intelectual del asalto a la Casa Blanca- y, como si lo anterior fuera poco, declaró antes de las elecciones que no aceptaría una derrota, acusando al proceso electoral de fraudulento.
Y, sin embargo, ganó.
Los analistas explican de manera multifactorial las razones del triunfo: expulsar del poder a una gestión fracasada -sobre todo en el terreno de la macroeconomía-, regresar al país a la grandeza que ha perdido y, quizá en primer lugar, el discurso antimigrante del polémico empresario.
Y es en este rubro en donde surge una interrogante que debe ser atendida.
Resulta que el voto latino resultó decisivo para tal victoria:
¿no debería ser al revés, apelando a la conciencia gremial de nuestros paisanos que votaron por un nuevo mandato de Trump?
No ha sido así...
...y quienes disciernen sobre las razones de esta decisión anotan tres posibles causas, además de las ya mencionadas en el punto anterior: machismo, pues no quisieron votar por una mujer, así como tampoco lo hicieron en 2016; racismo, ya que la candidata es afrodescendiente y, en especial, una suerte de egoísmo, pues el que se endurezcan las medidas antimigración garantiza que quienes ya trabajan en los EUA, quienes ya arreglaron sus papeles, no corran ningún tipo de riesgo.
“Yo ya llegué -parecen decir-. Que no lleguen más”.
De ser cierta esta tercera hipótesis, estaríamos ante el fracaso de la política, la concebida por Platón, quien la entendió como la búsqueda del bien común.
Es cierto que los seres humanos tendemos a defender nuestros intereses, pero se supone que la innata generosidad instalada en nuestros corazones nos llevaría a buscar lo mejor no solo para nosotros, sino para los demás también.
Mal andamos cuando la motivación de nuestra participación política es el egoísmo, y no el bienestar de la sociedad a la que pertenecemos..
Cierre icónico.
Usted que lee esta columna quizá no viaja en camión, pero sí lo hace quien le ayuda en su casa o el guardia de su oficina.
Pues resulta que 93 rutas tradicionales son ahora “exprés”, y de 12 pesos que costaba cada viaje ahora serán 15.
Las autoridades niegan que se trate del clásico “camionazo”, y hablan de “reclasificación”.
Ya sabemos cómo se las gastan las autoridades de todo el mundo para no llamar a las cosas por su nombre, cuando sus decisiones son impopulares, y se salen por la tangente.
Entre nosotros sucede lo mismo.