En 2024, a romper piñatas

El gobierno de México podría influir en la próxima contienda electoral de los Estados Unidos por los temas de migración, fentanilo y seguridad fronteriza, que no se pueden administrar sin la cooperación mexicana.
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Asimismo, los intereses estadunidenses buscarán negociar con la presidenta electa o el presidente electo acuerdos que permitan crear un nuevo clima de estabilidad y confianza, en lugar de las provocaciones y desaires del actual mandatario mexicano.

La elección presidencial en México se llevará a cabo el 2 de junio y en Estados Unidos el 5 de noviembre, cinco meses después.

En este periodo de transición el presidente Joe Biden, presunto candidato demócrata, podría invitar a la presidenta electa o presidente electo a una visita a la Casa Blanca para impulsar un nuevo entendimiento con México, pero si la invitación es aceptada (lo cual sería un error), el candidato republicano (Trump o algún otro republicano) podría acusar a México de intervencionista.

En el corto y mediano plazo pueden cambiar las circunstancias, pero en cierta medida, las llaves de la Casa Blanca las tiene ahora Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden lo sabe, de ahí que algunos se preguntan por qué ha sido tan condescendiente hasta ahora con su colega mexicano, quien continúa con sus desplantes.

Ahora afirmó que Estados Unidos es gobernado por una oligarquía y que en México hay más democracia que en EU porque aquí gobierna el pueblo.

El autoritarismo de López Obrador, reflejado en su afán de controlar al INE, logró unir en su contra tanto a demócratas como a republicanos en el Congreso y parece que la paciencia de Biden se agota, pues el Departamento de Estado criticó el llamado Plan B.

Entre el Palacio Nacional y la Casa Blanca se ha desarrollado hasta ahora un aparente juego de cordialidad, pero los impulsos autoritarios de AMLO de sofocar al INE y minimizar la voluntad popular de 300 mil manifestantes en el zócalo, prendieron las luces de alarma en Washington.

Biden ha seguido una estrategia de evitar confrontaciones verbales, pero podría responder con acciones severas:

  1. Sanciones onerosas para México por las disputas comerciales en el marco del panel por violar el T-MEC.
  2. Investigar a funcionarios mexicanos presuntamente involucrados en el narcotráfico, con base a la ley Kingpin, entre otras medidas.

Del presidente mexicano depende la cooperación con Estados Unidos en el control del flujo migratorio de miles de personas y del tráfico de fentanilo, causante de la muerte de unos cien mil estadunidenses al año.

La pregunta es:

¿qué va a hacer López Obrador en el 2024?
  • Apoyar a su amigo el candidato Trump, a pesar de que insultó a los mexicanos, lo cual AMLO aceptó con tal de que el republicano no se entrometiera con la política energética de su gobierno.
  • La otra opción de AMLO sería apoyar a Biden, a pesar de no tener empatía con él, impidiendo el ingreso de caravanas a la frontera a cambio de que el demócrata no intervenga en el sistema electoral en México, pero si permitiera el flujo migratorio (como si fuera un Marielito) estaría apoyando al xenófobo Trump.
El 2024 será un año turbulento.

México sería usado como piñata por Estados Unidos y viceversa.

La mejor opción para México y Estados Unidos es abstenerse de intervenir.

DETONAMOS este artículo publicado en MILENIO, con autorización de su autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).