En Teuchitlán murió la 4T

Beatriz Pagés DETONA: La exposición técnica del Fiscal Gertz Manero sobre el caso Teuchitlán sólo duró cinco minutos. Su misión tenía un objetivo: culpar al gobierno de Jalisco, negar que ahí hubo un campo de exterminio, desacreditar a los colectivos y matar el caso.
Dejó ver que el gobierno no tiene el menor interés en llegar a la verdad y hacer justicia.

Un Alejandro Gertz nervioso, desinformado, evasivo, armó ante la prensa un acto burlesque, un espectáculo frívolo y ofensivo para los familiares de las víctimas.

Frivolizó el encuentro con la prensa al invitar a los reporteros al lugar de los hechos –donde se encontraron hornos crematorios, restos humanos, testimonios de tortura y entrenamiento criminales–, como si se tratara de hacer un recorrido por la playa.

Lo hizo cuatro días después de que las autoridades intervinieron el rancho y de que tuvieron tiempo para modificar la escena del crimen.

La conferencia confirmó que México está en medio de una profunda y peligrosa crisis de justicia donde hay una “Fiscalía de paja” cuya debilidad contrasta con el supremo poder que hoy tiene el crimen organizado.

Con Teuchitlán llega a su clímax la degradación y depravación del obradorato.

Queda como símbolo de un proyecto político que no solo llevó a cabo la mayor destrucción institucional en el país, sino que toleró y negó el extermino de cuerpos humanos.

El negacionismo es natural a los sistemas autoritarios.

Sheinbaum, Fernández Noroña y ahora Gertz están decididos a impedir, a toda costa, que los mexicanos identifiquen a la 4T no con el “humanismo”, no con la “justicia al pueblo”, sino con narco fosas y campos de exterminio.

Han cometido el error político de menospreciar y negar los crímenes de lesa humanidad cometidos por la delincuencia organizada bajo el manto protector de los “abrazos, no balzos”.

Las “mañaneras” se han convertido en una “caja oscura” donde se invisibiliza y se subestima la desaparición forzada.

Ahí está la frase choqueante, impropia de una Presidenta que debió haber ordenado luto nacional e izar la bandera a media asta:

“Me estoy refiriendo –dijo– a ese lugar (que no mencionó para quitarle importancia) donde hablan de quien sabe cuanta cosa a partir de una fotografía…”.

Una fotografía que dio la vuelta al mundo.

Que ya se convirtió –lo quiera o no el gobierno– en emblema de una actividad criminal que se practica en gran parte del territorio nacional sin que las autoridades hagan algo para impedirlo.

Una imagen cuya fuerza y poder no radica en si son 400 o 100 pares de zapatos, tampoco en si todos pertenecen a quienes pudieron haber muerto en un campo de exterminio –como lo puso en duda Fernández Noroña–, sino en que son víctimas de un régimen que construyó una alianza con los cárteles para llegar y reciclarse en el poder.

Gertz Manero dijo que Teuchitlán no será otro Ayotzinapa porque “esto va en serio”.

Déjeme insistir, estimado lector, en que estamos ante algo mucho más grave.

Ayotzinapa partió en dos al gobierno de Peña Nieto.

Ahí se cometieron errores y malos manejos.

Este caso, en cambio, es consecuencia de una política de seguridad diseñada con alevosía y premeditación para proteger a la delincuencia.

La “verdad histórica” de la 4T consistirá en negar todo.

Ni campos de exterminio, ni hornos crematorios, ni restos humanos.

¿A quién se protege?

El problema es que las huellas del régimen, de la responsabilidad política, están por todas partes.

Después de Teuchitlán ya nada será igual.

Ni para México, ni para el gobierno.  

¿Tú le crees a la 4T? Yo tampoco.
Beatriz Pagés Rebollar

Directora general de la Revista “Siempre”, una de las más influyentes de México, fundada en 1953 por su padre, Don José Pagés Llergo. Ha formado parte de los equipos de Televisa, Canal 11, Multivisión, CNI, Canal 40 y es comentarista política de numerosos medios. En 2019 renunció al PRI, donde militó gran parte de su vida.