Gaza: el rompecabezas imposible
Antes que nada, consideremos el estado actual de las ciudades de Gaza, cuya extensión territorial es de 356 kilómetros cuadrados en donde residen aproximadamente 2 millones de palestinos.
Para ubicarnos, Tlaxcala, el estado más pequeño de la República Mexicana, tiene un territorio de 3 mil 999 kilómetros cuadrados y una población de 1 millón 300 mil habitantes.
La devastación material de ese pequeño territorio palestino, desde el ataque cruel y artero de la organización HAMAS a poblados israelíes el 7 de octubre de 2023 que desató la no menos dura y despiadada respuesta de Netanyahu, ha sido cuantificada.
Aquí van algunos datos:
- Entre 144 mil y 175 mil edificios en toda la Franja de Gaza han sido destruidos o dañados, es decir, hablamos de entre el 50 y el 60 por ciento de todos los edificios del territorio.
- Amplias extensiones de tierras de cultivo han sido dañadas y sus cosechas perdidas alrededor de las ciudades, particularmente la de Jan Yunis.
- La población desplazada se calcula en 1 millón 700 mil personas, lo cual es más del 80 por ciento de la población local.
- Bajo las circunstancias más adversas, en Gaza trabajan 23 organismos, fondos y programas de Naciones Unidas bajo la coordinación del Equipo de las Naciones Unidas en Palestina (ENUP).
- En ayuda de emergencia humanitaria, la ONU ha aliviado la situación de más de 856 mil personas desde el inicio del conflicto, pero ha advertido constantemente que sus operaciones están “al borde del colapso”.
- Aproximadamente 2,2 millones de personas en Gaza se encuentran en situación de inseguridad alimentaria aguda, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
- El Organismo para Refugiados de Palestina (UNRWA, por sus siglas en inglés) trata de albergar a 1.7 millones de desplazados en 155 refugios, pero se encuentra desbordada.
- Las instalaciones y albergues de UNRA han recibido más de 60 impactos directos de bombas, lo cual ha dejado un saldo de al menos 319 refugiados muertos, más de mil desplazados heridos y más de 140 empleados muertos.
- La organización “Save The Children” calcula en 10 mil el número de infantes muertos por la guerra.
- El Fondo de Naciones Unidas para la Niñez (UNICEF) ha podido suministrar agua potable, medicinas, vacunas, dinero y miles de litros de combustible para activar pozos públicos.
- Un tercio de los palestinos de Gaza ya vivía en la pobreza desde antes del inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023, y eran incapaces de suministrarse suficiente comida, ropa o vivienda.
- El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), encargado de la planificación familiar, la salud materna y la salud reproductiva en la Franja de Gaza, sólo ha podido suministrar una fracción de la ayuda necesaria a las mujeres palestinas.
- La Organización Mundial de la Salud se ha visto prácticamente imposibilitada para prestar su ayuda. En la actualidad, en la ciudad de Gaza no quedan hospitales plenamente operativos.
Como se ve, la reconstrucción de la Franja de Gaza, sus ciudades y campos de cultivo, el tejido social roto, el patrimonio cultural perdido, no es tarea de un solo hombre ni país, por más poderosos que sean.
Tanto los líderes de la organización paramilitar HAMAS como el gobierno de Netanyahu tienen señalamientos de crímenes de guerra, pues la batalla se peleó con la población palestina bajo fuego cruzado por la estrategia de combate de HAMAS de ocultarse entre la población.
Como actores políticos, no les queda más que terminar el intercambio de rehenes y cerrar el conflicto lo mejor que puedan, pero no deberían ser parte del esfuerzo de reconstrucción en Gaza.
Tanto los Acuerdos de Abraham (2020) durante la primera presidencia de Trump y en cuya negociación participó activamente su yerno judío Jared Kushner, como bajo la febril actividad de Anthony Blinken (Secretario de Estado de Biden), el hilo conductor de las negociaciones diplomáticas en Medio Oriente lo ha llevado Estados Unidos y no lo va a soltar.
Lo que Trump ha puesto sobre la mesa –a su estilo peculiar- es hacer visible el problema de fondo: ¿quién va a pagar la reconstrucción de la Franja de Gaza?
Esa factura, pensará quizá Trump, corresponde solventarla principalmente a los poderosos países árabes ricos: no una “Riviera del Medio Oriente”, sino un “Abu Dabi palestino” construido con petrodólares.
Egipto, Jordania, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán tienen ya acuerdos de paz con Israel, a partir de los cuales (con el involucramiento de Arabia Saudita) pueden empezar a armar el rompecabezas imposible de la Franja de Gaza liberada del extremismo y la crueldad de HAMAS.
¿Funcionará la solidaridad árabe con sus hermanos palestinos?
Lo dudo.
Por lo pronto, el cowboy americano les agitó el panal de avispas: