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La Cocina (México, 2024)

Justo Elorduy DETONA su crónica de esta película y le pone TRES ESTRELLA. Director: Alfonso Ruizpalacios. Guion: Alfonso Ruizpalacios. Actores: Raul Briones, Rooney Mara, Anna Diaz, Oded Fehr, Lee Sellars y Eduardo Olmos.

La Cocina del realizador mexicano Alfonso Ruizpalacios, director de Güeros (2014), varios episodios para TV y streaming como Andor presenta su discurso sobre la migración hacia los EUA y lo que vive el personaje de Pedro (Raúl Briones) en la cocina de un restaurante en Nueva York.

La película comienza con la llegada de Estela (Ana Diaz) al restaurante, joven que ni “J” de inglés habla y con la única experiencia de ser cocinera de un Sanborns en la CDMX, pero es acogida primero por todos los migrantes que trabajan ahí y luego rechazada porque significa que su llegada es la salida de alguien del personal.

Ya conociendo antecedentes de indocumentados, se da paso a conocer a Pedro y su amor que es la mesera Julia (Rooney Mara) y en su claustrofóbico universo, lo que viven y desviven ya que sumada a su relación entra en juego el McGuffin al estilo Alfred Hitchock.

Un elemento que a la larga nada que ver con la trama, el presunto robo de dinero de una caja, pero que sí es catalizador de muchas vertientes en la historia.

El director Ruizpalacios trabajando su guion, basa el drama en la película La Cocina de 1961 escrita por Arnold Wesker precisamente sobre la presión que viven muchos en un espacio para pocos.

Ruizpalacios eleva el guion a una gran metáfora de la migración hacia los EUA, no sólo de mexicanos, sino esa cocina que pinta es una gigantesca torre de Babel sumergida en el submundo en los Estados Unidos.

La registra en un blanco y negro preciso y un mundo totalmente atemporal.

No hay celulares, con eso se dice todo.

Se fuma en tremendas cantidades en ese simbólico limbo/purgatorio que habitan, se bebe, se acosa, se pelean, o sea nada que sea posible en el Nueva York tan “perfecto” de hoy en día.

La película sí muestra el gran sueño de los migrantes que es la frustración de no lograr el sueño mexicano de alcanzar el sueño americano y la clásica lección y mensaje de los cineastas mexicanos

“¿para qué te vas para allá? vas a alcanzar sólo una pesadilla”.

A eso se le suma la relación entre Pedro y Julia es tal cual otra metáfora de aspirar a lograr algo en tierra americana que no se va a cumplir porque hay agendas opuestas.

Sí, el discurso de Ruizpalacios es el clásico tipo lo mostrado en Un Día sin Mexicanos (2004) que los EUA no pueden ser nada sin migrantes pero se le agrega el personaje feo que aparece para dar la visión americana del “ustedes son una bola de ingratos”.

Sólo faltó que se pusiera a cantar “Ya no Vengan para Acá” de la Sonora Janeiro, en sus épocas la canción tema de las películas El Mil Usos con Héctor Suarez.

Y sí, Ruizpalacios en su guion tiene razón, los migrantes no son el sótano ni habitan el infierno para que los ciudadanos americanos a nivel de piso, de todos colores vivan sus mieles en base a los sacrificios de otros como ellos, pero sin la “green card”.

Pero igual el director sí se atreve a exponer que los migrantes pecan de un vano orgullo feo de que son necesitados a la fuerza, cuando hay más allá afuera para sustituir a estos.

Pedro que en su caso es demasiado afrentoso y capaz de matarse solito por una ambición muy por encima de cualquier lógica.

De hecho, está el personaje de Estela que navega en este purgatorio y limbo, entre empanizar pollo y traer tablas de la bodega, que al final esboza una cínica sonrisa cuando se da cuenta que ella ya aseguró su puesto en la cocina.

Entre las docenas de películas que tocan el tema de migración, nunca se da la razón de por qué se van a los EUA por encima “es que hay la necesidad”, una necesidad como etiqueta genérica que evade política y economía y no culpa a nadie, no explica del por qué de tanto sacrificio para irse a instalar a un país diferente al propio.

 

Sí, los migrantes sufren una pesadilla buscando un sueño y ninguna película va a lograr describir que se vive en esa ruta por encima de ser testigos de ese sacrificio.

Lo único que se me vino en mente al ver La Cocina fue “otra más con el mismo cuento”, válido, así es, pero nada mas.