La ilusión de la certeza
Nada es seguro excepto la muerte, los impuestos y la incertidumbre
Conozco a muchos que les resulta extremadamente difícil admitir la incertidumbre. Necesitan certezas.
Eso es deseable tanto en el ámbito personal como en el profesional.
Sin embargo, cuando se trata de innovación y crecimiento, una ilusión de certeza puede plantear peligros importantes.
El deseo de certeza puede sofocar la creatividad, obstaculizar la adaptabilidad y, en última instancia, impedir el avance.
En un país caracterizado por cambios inesperados en las reglas del juego, y por la imprevisibilidad, la creencia de que se puede lograr una certeza absoluta es engañosa.
Las organizaciones que se aferran a esta ilusión suelen volverse rígidas, porque priorizan la estabilidad y no exploran.
Esta rigidez conduce a una falta de capacidad de respuesta a los cambios del mercado, y del gobierno.
Las empresas pueden resistirse a las nuevas ideas, ocurrencias o políticas que desafían las normas establecidas.
Durante las recesiones económicas, muchas empresas tienden a replegarse y concentrarse en sus operaciones principales.
Evitan los riesgos asociados con la innovación. Mantienen el statu quo.
Este comportamiento no sólo limita el crecimiento potencial, sino que también crea un entorno en el que los competidores que sí saben encarar la incertidumbre pueden prosperar más.
La certeza genera complacencia
Cuando las organizaciones priorizan la certeza, suelen centrarse en optimizar los procesos y productos existentes en lugar de explorar nuevas oportunidades.
Esta mentalidad puede conducir a una cultura en la que se desalienta asumir riesgos o proponer ideas no convencionales.
Las organizaciones arraigadas en una “cultura de la certeza” impulsan soluciones sin comprender plenamente los problemas que pretenden resolver.
Este enfoque es sofocante porque desalienta la experimentación y el aprendizaje a partir de los fracasos, componentes clave de una innovación exitosa.
Por el contrario, aceptar la incertidumbre puede ser un poderoso catalizador para la innovación y el crecimiento.
Las empresas que están dispuestas a explorar nuevos territorios y experimentar con inteligencia e ideas novedosas están mejor posicionadas para adaptarse y prosperar en entornos cambiantes.
Una cultura que acepta la incertidumbre también fomenta un entorno en el que el fracaso se considera como una oportunidad de aprendizaje, en lugar de un revés.
Las organizaciones que fomentan la experimentación permiten a los equipos probar hipótesis, recopilar datos, proponer nuevas ideas.
Hay un proceso iterativo que es crucial para perfeccionar los productos y servicios. Se satisfacen las necesidades de los clientes de manera eficaz.
La capacidad de navegar por la incertidumbre no solo es beneficiosa, sino que es esencial para el éxito a largo plazo de una organización.
Mientras las empresas se enfrentan a una gran cantidad de desafíos que van desde cambios regulatorios hasta tensiones geopolíticas, los mejores líderes han desarrollado estrategias sofisticadas para gestionar la incertidumbre de manera eficaz:
- Comprenden que la incertidumbre es un aspecto inherente del entorno político. En lugar de verla como una barrera, o un estorbo, la aceptan como un catalizador para la innovación y la planificación estratégica. Al reconocer la fluidez de los panoramas políticos, anticipan posibles disrupciones y preparan a sus organizaciones.
- Diversifican los canales de inteligencia. Establecen canales formales e informales para recopilar información sobre los riesgos políticos. Interactúan con los equipos de asuntos gubernamentales, las asociaciones industriales y las partes interesadas locales para obtener una comprensión integral del panorama político. Al diversificar las fuentes de inteligencia, los líderes pueden anticipar mejor los cambios y adaptar sus estrategias.
- Se preparan para ajustes estratégicos. Incorporan una perspectiva política en su planificación. Considerar de manera proactiva los posibles cambios políticos permite a las organizaciones ajustar sus estrategias en previsión de los impactos, en lugar de simplemente reaccionar después de que ocurran. Las empresas que integran estas consideraciones tienden a reportar resultados más positivos.
- Realizan una planificación de escenarios. Desarrollan múltiples escenarios, basados en posibles crisis, desarrollos y eventos políticos, para mejorar la agilidad y la resiliencia de sus organizaciones. Este enfoque permite a los líderes responder rápidamente cuando se enfrentan a cambios inesperados en el entorno político.
- Desarrollan agilidad geopolítica. Cultivan un “músculo geopolítico” dentro de sus organizaciones integrando evaluaciones de riesgo en las decisiones de inversión y las estrategias operativas. Esta capacidad permite a las empresas navegar por las disrupciones de manera más efectiva e incluso aprovechar los cambios geopolíticos como ventajas estratégicas.
- Establecen sistemas de alerta temprana. Identifican posibles riesgos políticos antes de que se intensifiquen. Esto puede implicar monitorear las iniciativas legislativas, utilizar análisis de datos para el entendimiento de tendencias y mantener la comunicación con expertos de la industria para mantenerse informado sobre los problemas emergentes.
- Priorizan el diálogo transparente interno, con todos los integrantes de la organización. Se aseguran de que todos estén alineados con los objetivos estratégicos en medio de circunstancias cambiantes. Al fomentar líneas de comunicación abiertas, pueden transmitir información crítica sobre los riesgos y oportunidades emergentes, lo que permite una toma de decisiones informada en todos los niveles de la organización.
- Interactúan con todas las partes interesadas externas. Resulta imprescindible construir relaciones basadas en la confianza y la colaboración con funcionarios gubernamentales, asociaciones industriales, académicos, y líderes comunitarios. Estas relaciones son esenciales para abordar los desafíos regulatorios y promover políticas que se alineen con los objetivos de la organización.
- Posicionan a sus empresas como aliadas de los gobiernos. Cuando se les percibe como socios de confianza en el proceso de formulación de políticas, mejora su influencia y capacidad para dar forma a resultados favorables. Saben que establecer relaciones con los funcionarios gubernamentales y los responsables de las políticas es esencial para navegar por la incertidumbre. Defienden sus intereses y, al mismo tiempo, comprenden las implicaciones más amplias de los cambios de política en sus negocios.
- Aprovechan los conocimientos basados en datos para abordar la incertidumbre de manera eficaz. Al utilizar modelos predictivos y análisis de tendencias, pueden identificar riesgos y oportunidades potenciales antes de que se materialicen. Este uso estratégico de los datos permite a las organizaciones tomar decisiones informadas que mitiguen los riesgos asociados con cambios regulatorios o eventos geopolíticos.
- Crean valor público. Desarrollan estrategias de promoción específicas que conjugan los objetivos comerciales con el interés público, mejorando así su credibilidad y eficacia en las relaciones comunitarias y gubernamentales.
- Se adaptan. Desechan la arrogancia. Pueden cambiar rápidamente y así tienen más probabilidades de prosperar. Fomentan una cultura de resiliencia dentro de sus organizaciones al alentar a los equipos a aceptar el cambio y ver los desafíos como oportunidades de crecimiento.
- Desarrollan liderazgos sólidos que abarcan diversas habilidades y perspectivas. Con ello garantizan la continuidad en la toma de decisiones durante períodos de incertidumbre. Mejoran las capacidades de sus equipos, y posicionan a sus organizaciones para el éxito a largo plazo.
- Comunican eficazmente en tiempo de crisis. Se aseguran de que sus organizaciones tengan planes de comunicación sólidos para abordar las posibles crisis de manera rápida y transparente, manteniendo así la confianza de las partes interesadas.
La incertidumbre no es simplemente un desafío que debe gestionarse, sino una oportunidad para la innovación y el crecimiento.
Al aceptar la incertidumbre, priorizar la comunicación proactiva, aprovechar los conocimientos basados en datos y fomentar la adaptabilidad dentro de las organizaciones, los líderes navegan con confianza en aguas políticas turbulentas.
Un libro del distinguido estadístico, y profesor de la Universidad de Cambridge, David Spiegelhalter, muestra cómo la aritmética simple puede imponer orden sobre los riesgos que son parte integral de la vida.
En “El arte de la incertidumbre: cómo sortear el azar, la ignorancia, el riesgo y la suerte”, publicado por Penguin, Spiegelhalter escribe que “la incertidumbre está en todo nuestro alrededor, pero, como el aire que respiramos, tiende a permanecer sin examinar”.
La incertidumbre es una relación entre un individuo y el mundo exterior.
Y la tolerancia a la incertidumbre varía enormemente entre las personas:
A algunas les entusiasma la imprevisibilidad, mientras que a otras las paraliza la ansiedad.
El principio rector de Spiegelhalter es que, si queremos pensar de forma útil sobre la incertidumbre, debemos utilizar números. En tanto más cuantifiquemos el mundo, mejores serán nuestras decisiones.
La incertidumbre está en el corazón de la política, la economía, el emprendimiento y los negocios.
Vivimos en una era de oscuridad en donde reina la incertidumbre.
Todavía necesitamos herramientas para enfrentarla.
No conviene tratar de evitarla por completo. Eso sería una imprudencia inaudita.