La educación, el reto de la formación

Uno de los temas que medianamente ha escapado a esta vorágine y estridencia, ha sido el cambio a los planes de estudio para el nuevo ciclo escolar que inició este 29 de agosto.

En las últimas semanas, la agenda pública ha estado llena de asuntos estridentes y francamente banales, los asuntos capitales como la inseguridad, la inflación o la crisis del sistema de salud han sido opacados por las ocurrencias o bien, bochornosos escándalos políticos, siendo el último de ellos la consignación del ex procurador general de la República del gobierno anterior, relacionada con la desaparición de lo 43 estudiantes normalistas el estado de Guerrero.

En la presente administración, la educación ha sido objetivo, sin embargo, dicha priorización se ha reducido a realizar una reforma administrativa que eliminó la autonomía del Instituto para la evaluación educativa y recientemente la publicación de un nuevo modelo educativo.

Sin embargo, dicho modelo enfrenta diversas problemáticas: 

El primero, considera la ausencia de un modelo piloto de revisión que permita evaluar su eficiencia y su conveniencia, además de los ajustes necesarios para su óptima implementación, lo presentan más como una ocurrencia, ya que su autorización y respectiva publicación en el Diario Oficial de la Federación, se realizó a una semana de iniciar el nuevo ciclo escolar, por lo que las dudas y capacitación necesaria para el personal docente se omiten y presagian una muy defectuosa implementación de esta política.

La ausencia de modelos de revisión y ajuste ha sido una constante en el sector educativo, la actual administración ha privilegiado la imposición de narrativas sobre los resultados, y ha dado preeminencia a discursos antes que a la consolidación de sus promesas políticas.

En el papel han quedado la construcción de 100 universidades públicas, el diseño de nuevos libros de texto, el establecimiento de criterios científicos nacionales, lo que sea que eso signifique. 

Y ahora la implementación de un nuevo modelo educativo.

Todo ello sin hablar aún de lo polémico y discutible de los nuevos contenidos, los cuales apuntan más a una ideologización que a la dotación de habilidades, herramientas y conocimientos que permitan el desarrollo pleno de nuestra sociedad.

El voluntarismo de la actual administración revela más sus deficiencias que su precisión por el diagnóstico y lo acertado de su toma de decisiones, lo anterior quedaría más en lo anecdótico si no fuera la educación un tema toral y de interés prioritario para la sociedad.

Las ocurrencias y prisas con que actúa el gobierno de López Obrador, lo único que generan, es una devaluación de la educación, ya que no existen criterios para evitar que los niños que no cumplan con los estándares mínimos de aprobación, continúen con una deficiente formación en su proceso de aprendizaje.

Están destinando a esta generación escolar a no contar con las herramientas necesarias para incorporarlos productivamente al sistema económico. 

Los están condenando a vivir con una deficiente formación educativa, por lo que su calidad vida en el futuro se antoja más un sueño que una oportunidad para ellos.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.