La ordalía de la historia
Borrego dixit
Salvador Borrego, Ph. D.
La lucha por el poder, opus 3-56
X-12-2022
Ya hay chairos llorando
“Podrás engañar a todos, algún tiempo; a algunos, todo el tiempo. Pero no podrás engañar a todos, todo el tiempo” - Abraham Lincoln
Todo indica que se le está cayendo su teatrito a AMLO. Hoy he visto a uno de sus más fieles seguidores llorar en las redes sociales, sí, literalmente llorar, ante lo que temen sea el derrumbe de su ídolo, como un reflejo fiel del impacto emocional que están teniendo los escándalos de la Guacamaya y del libro “El Rey del Cash”.
Nuestros indicadores muestran deterioro para AMLO y Morena, pero hemos tenido deterioros en el pasado que han sido olímpicamente superados.
Lo grave es que las causas de este deterioro reciente habrán de permanecer y se irán actualizando; dicho de otro modo, la madriza no solo será dura; también será tupida. Y para colmo de males, los recursos de AMLO para superar sus crisis parecen ya agotados.
Sin más, los dejo con los resultados y con la valoración, siempre elegante, de Adolfo González desde España:
12 DE OCTUBRE DE 2022
EL SEXTANTE
Por Adolfo González
“Las cifras, en resumidas cuentas, no son más que datos. Son, entre otras cosas, una ayuda para contrastar hipótesis y para dar contenido exacto a un análisis. Pero no son un sucedáneo del análisis; no pueden decirnos lo que no les preguntamos; y no constituyen una expresión autónoma y nítida de ningún tipo de realidad objetiva.” - David S. Landes
Desde tiempos antiguos, imperios y religiones emplearon lo que se llamó ordalía, entendido como someter, generalmente al juicio de Dios, la culpabilidad o inocencia del desdichado de turno.
Por ejemplo, se le arrojaba al río atado de pies y manos, o se le asaba en un horno, de modo que si sobrevivía se le consideraba inocente, y si no, se constataba su culpabilidad. Es curioso como numerosos sátrapas y dictadores, entre ellos Hitler o Fidel Castro, han trasladado de Dios a la Historia el juicio sobre sus actos.
AMLO, en cambio, volvió a subir la apuesta cuando dijo que solo Dios podría juzgarlo.
No es cosa baladí, porque eleva la instancia de tal modo que cualquier otro parecer, dictamen o veredicto queda automáticamente invalidado ante la superioridad de tal juez. Si lo analizan despacio, la frase del Presidente rezuma por los cuatro costados tal grado de impunidad y soberbia que se explica por sí sola.
En los datos de SABA Consultores del pasado lunes, AMLO recibe tres alertas negativas en el apartado de calificaciones extremadamente sugerentes.
Como siempre, en el grupo de quienes no las propician, aparecen quienes reciben apoyos sociales, o sea, los más interesados, aparte del propio Andrés Manuel, en que no se produzca más juicio sobre su labor que el del mismo Dios. Una versión más del dame pan, y llámame pendejo.
También se produjo un descenso moderado de los valores de aprobación, y de la identificación con Morena, lo que supone un punto de desencanto entre sus propios seguidores. No tanto entre los más contumaces, que cabecean para el lado del golpe y demuestran una vez más sus amplias tragaderas impulsando una mejora de don Andrés en el “Top of mind” de candidatos a la presidencia.
Digo lo de las tragaderas y lo de los juicios de opinión, porque es difícil no vincular este desgaste del Presidente con los dos acontecimientos políticos (al margen de la militarización, a la que han logrado dejar en segundo plano) de los últimos días:
Guacamaya Leaks y el libro, o según otros libelo, “El rey del cash”.
Yo aún no he tenido oportunidad de leerlo completo, pero sin duda es un testimonio de alguien cercano al entramado que rodea a Andrés Manuel desde hace años.
La respuesta del interpelado es ciertamente dudosa, ya que no proclama su inocencia, sino que se limita a decir que no hay pruebas. Lo que yo haría sería interponer de inmediato una demanda que restituyera mi honor si lo dicho en la publicación de marras fuera falso e injurioso. Pero claro, yo, para proteger mi imagen, no me muevo en las instancias divinas, el señor Presidente sí, y hay muchos que así lo creen a pie juntillas.
La cosa es que, en lo que he podido colegir del libro deChávez, el gran golpeado, casi más que AMLO, es Ebrard, al que se dibuja como el gran operador del latrocinio, y el entorno señalado es la Ciudad de México, precisamente la cancha donde, como nos dicen las Cartas de Navegación, más cómoda se siente su rival, Sheinbaum, y menos lo hace el canciller.
Así que no descartemos que la operación “cash” tenga otros objetivos ocultos.
El caso es que ambos presidenciables tienen un empate técnico casi total en preferencias, con Ebrard a la baja y Claudia al alza, como sería deseo del gran tlatoani.
Esos son los datos. Hagan ustedes las preguntas correctas y seguramente vean más claras las respuestas. No esperen a una ordalía.