La patología de una sociedad adulterada
El denso tomo de cuatrocientas páginas, compendio de potenciales desnudas, políticos malabaristas desencantados de la experimentación con estados alterados.
La finalidad del escritor encontró eco, encanto y sustento científico.
Somos vulgares bacterias estelares.
Ni siquiera las hormigas o las moscas, en una sociedad claramente estratificada, trabajan por el bien común.
Menos el ser humano, ni con los milenios judaicos de evolución.
Eso es asombroso. Bibliográfico. Etimología.
Adictos al desdén, a la indiferencia.
Nuestra incapacidad de racionar.
La ley del eterno retorno.
Caemos no dos veces, sino mil, con la misma piedra. Amamos a quienes nos desprecian.
Aborrecemos a quienes ayudan.
- Nulifica el verso del pensador humanista.
- Antidepresivos.
- Moléculas de nueva generación.
- Sinapsis reactiva para neuronas perezosas.
Invente su propia metafísica, adore el ayaguasca a ritmo de tambor, alucine en el mood de las sombras, cante la glosolalia de los empiristas ancestrales al ritmo de Sudamérica.
Yo soy quien deseo ser.
Desprograme el mal en el sentido transversal de una célula cancerígena; por las tripas corren los males.
El psiquiatra convencido del evangelio del escritor adquirió diez ejemplares.
Hizo el negocio de su vida. Eso pensó.
El medico de la mente compactó a sus colegas.
La piedra filosofal está en mis manos, agua viva a disposición de nuestros clientes potenciales.
Los llaman pacientes.
Políticos en ascenso, músicos del top ten de éxitos y mujeres insatisfechas de sus parejas infieles, varones sin arrepentimiento cazadores de aventuras fuera de horario laboral
A pasar por el aro.
Mañana la tarifa aumenta.
Los resultados del protocolo nos darán el nobel médico.
El secreto mejor guardado, la autoaceptación. El amor.
Para los miserables, solo el licor barato.
La droga accesible.
Construya su propia deidad, récele todas las noches.