Las ansias
Le sirve a sus mentores y protectores, sus verdaderos dueños.
Ocultos en las tinieblas del empresariado de talla mundial, a ellos les reporta los avances de su gestión en el senado.
La compañera de fórmula, también senadora, Judith Díaz, colecciona expectativas, es realista, pragmática y directa.
Waldo destruyó al PRD local.
Lo hizo perder el registro estatal, ya era diputado federal de representación proporcional, impuso presidencia débil ante la rebatiña de las tribus de siempre.
Cada semana a su regreso a Nuevo León, pasaba largas horas negociando con Jaime Rodríguez Calderón, entonces gobernador independiente.
Ofreció, a la culminación del periodo de diputado federal, contactos con la federación, en la comprometida meritocracia de Enrique Peña Nieto, presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
La oficina de representación del Estado de Nuevo León en la Ciudad de México, funcionó más para cocteles anodinos, pocas gestorías reales y ningún avance de trato con los funcionarios de primer orden.
Ese fue su segundo cartucho quemado, el movimiento independiente.
Waldo Fernández no necesito mucho para colapsar.
Jaime Rodríguez Calderón perdió pisada mental, delegó muchas de las funciones en el secretario de gobierno, Manuel González, el verdadero comendador.
Andrés Manuel rescató en MORENA la figura caída de Waldo, inscrito en boletas electorales a la diputación local.
Las mismas tribus del extinto PRD lo recibieron, siempre han conocido la opacidad de sus ideales.
En este tercer sitio de oportunidad, Waldo considera accesible la gubernatura.
Solo olvida un pequeño detalle, el futuro es femenino.