¡A las armas!
...También calienta e invita a tomar las armas o el arma más importante (La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), que nos han legado las diversas transformaciones sociales, políticas y economicas del País y su gente.
Básicamente calientan al cerebro, al corazón y al dedo tecleador (antes le decían el dedo cinero, me comentaba un jefe que tuve, que es de Parral, Chih.)
Nunca supe por qué le decían el dedo cinero, ni quiero saber.
Inicio la perorata o choro mareador
Resulta que un venturoso, templado y ajetreado día, en el turno matutino de una jornada laboral hospitalaria de tipo médico administrativo, algo así como un Tlatoani local, me encontraba en una vorágine firmadora y autorizadora de documentos necesarios para el adecuado y apropiado funcionamiento del hospital en sus procedimientos de atención a la salud pediátrica, quirúrgica, ginecobstérica y de enfermedades crónicodegenerativas.
En esas estaba cuando súbitamente entra a mi oficina mi secretaria, con aspecto de haber presenciado un pleito entre un Tirasonaurio Rex y Motra.
Estoy hablando de un Hospital perteneciente al glorioso IMSS, producto de las resultantes combativas y muy sangrientas y sanguinarias actividades propias del movimiento social iniciado oficialmente en 1910 y semejante al cual, muchos países del mundo quisieran tener uno (un instituto semejante).
Solicité calma y prudencia, indicando a continuación una explicación de por qué tanta angustia y me contestó:
- "Lo buscan de auditorías y la oficina de personal".
In the mother, pensé, ¿ahora qué hice?
- Pues páselos Señorita, ¿cuántos son? Pregunté.
- "Dos", me contestó; menos mal volví a pensar, he lidiado con 10.
Y recordé una junta de gobierno, incluido el delegado entre los 10, cuando le señalé qué la calidad de un servicio dependía en un 85 % directamente de la rama administrativa y me pelaron los dientes.
- "Nomás que las dos son mujeres", agregó.
- De todos modos, páselas.
Mujeres, pensé, mi especialidad y saqué el capote.
Entran las dos atractivas y muy formales damitas.
Tomen asiento por favor, ¿en qué les puedo servir? Inquirí coquetamente.
La señorita de auditorías inclinó ligeramente su cuerpo hacia el escritorio, como para mostrame que estaba muy bien armada para su participación en la alimentación al seno materno y me muestra dos cartones de formato de incapacidades provenientes del bloque de incapacidades perteneciente a un médico no familiar con una subespecialidad médica ejercida solamente en otro hospital y que nada tenía que ver con las actividades propias del hospital cuyo ejecutivo se encontraba a mi cargo.
Las 2 incapacidades estaban expedidas a nombre de la misma persona, un directivo, empresario de una fábrica de alto nivel productivo, económico y exportador.
Obviamente personajes de ese nivel nunca van a ir a hacer fila a su unidad de medicina familiar de adscripción (primer nivel) del IMSS.
Además una de las incapacidades había sido expedida en una unidad de medicina familiar y la otra en nuestro loable hospital, situación legalmente imposible, amén de los diagnósticos y los días de duración de la incapacidad y de que la auditora ya había corroborado y confiscado la presencia del bloque de incapacidades del que se habían desprendido las incapacidades.
El bloque iba a la mitad y el resto de los documentos ya estaban firmados.
Ante tanta evidencia prácticamente se me cayeron los calzones
Mi aspecto se había transformado de un Mauricio Garcés al de un Clavillazo.
¿Qué hago? Me pregunté mentalmente, consideré posibilidades institucionales, sindicales y laborales y me contesté:
Levanta un acta, pendejo y háblale al ministerio público federal o mañana amaneces en el bote
Mi actividad en ese momento y requerida por el instituto para darle trámite al procedimiento pasó a explicarme la abogada y protectora del patrimonio socioeconómico y de salud de todos los mexicanos derechohabientes del IMSS era precisamente ese, solamente levantar un acta, procedí y la levanté.
Me enteré luego qué había gente que en ese momento se encontraba huyendo hacia EEUU y a la actualidad (más de 30 años no han regresado), recientemente un alto funcionario del poder judicial se enteró del problema y me comentó: "Si usted no se presentó a ratificar la denuncia, le dieron el cauce qué ellos quisieron, no el que debería de ser".
Todavía estoy investigando al respecto.