Los límites de la expresión

Exponer así nuestras actividades y hábitos nos colocan en una posición de vulnerabilidad y donde estamos sujetos al escrutinio, apoyo y mofa...

Hace unas semanas, el periódico New York Times publicó un reportaje sobre Will Smith y su familia, titulado "La primera familia de Hollywood"; el reportaje abordaba las actividades que Will Smith y los suyos han realizado durante los últimos dos años, especialmente durante la pandemia, la cual frenó el desarrollo de proyectos artísticos.

En dicho reportaje, se abordó la transformación y la afectación que la pandemia produjo en Will Smith, su esposa e hijos, amén de la crisis e introspección que ha estado pasando en los últimos años el cantante y actor afroamericano.

Sin embargo, el reportaje no es meramente un seguimiento de las actividades y transformación creativa de un talentoso personaje público y su familia.

La publicación del reportaje también debe revisarse como parte de la campaña del equipo creativo al que pertenece Will Smith para promover su figura más allá de su desempeño profesional como el protagonista de la película King Richard, por el cual fue nominado al Óscar, el reconocimiento más publicitado de la industria cinematográfica, el cual fue otorgado a este actor el pasado domingo 27 de marzo.

Mucho podemos hablar de la inclusión-exclusión que históricamente ha desarrollado Hollywood respecto al papel y desempeño profesional de actores afroamericanos o de grupos étnicos distintos a la hegemonía caucásica; sin embargo, el centro de este escrito es revisar los límites de la expresión y creatividad artística.

El pasado domingo 27 de marzo se realizó una ceremonia más de la entrega de los premios Óscar, dicho evento ha padecido en los últimos años una sensiblebaja en el nivel de audiencia, ha batallado para encontrar un modelo de ceremonia, atractivo, versátil, divertido y que permita rendir homenaje y reconocimiento a la industria cinematográfica de Hollywood.

Al tiempo que se enfrenta a un reto que supone comportarse políticamente correctos, evitar pronunciamiento y posicionamientos políticos y más aún evitar comedia vulgar, y por vulgar no sólo me refiero a expresiones groseras o de expresiones sexuales y lascivas donde son las mujeres el principal foco de dichos comentarios, sino que aludan al color de piel, creencias religiosas, entre otros.

Dichos obstáculos más que una barrera de censura, se imponen como retos, los cuales deben ser superados y exigen para ello mayor inteligencia, creatividad, ironía y sarcasmo, que vayan más allá del lugar común.

Durante la ceremonia, Chris Rock, otro actor comediante afroamericano, caracterizado por la estridencia de sus bromas y la simpleza de las mismas, es decir, simples en el sentido que recurren al lugar común y a la vulgaridad como se ha expresado con anterioridad, realizó un comentario sobre la alopecia de Jada Pinkett-Smith, actriz afroamericana y esposa de Will Smith.

Dicho comentario que un primer momento fue tomado con gracia por Will Smith, pero que irritó a la actriz y generó que Will interrumpiera el sketch y propinara una bofetada a Rock, además de ciertos improperios.

Posteriormente, Will Smith emitió disculpas al público y comentó que lo hizo por amor a su mujer y que es un hombre en construcción y redefinición permanente, luego se disculpó con Rock por su comportamiento durante la ceremonia; este acto generó una gran cantidad de posicionamientos sobre la conducta de ambos, uno fue la broma de mal gusto que hizo Rock respecto a un problema de salud y apariencia de una mujer afroamericana, lo que lo ha llevado a ser tildado de misógino y perpetuar un modelo de interacción social que explota y hace mofa de la mujer.

Por otro lado, se ha cuestionado y acusado a Smith de propagar un modelo de masculinidad tóxica, donde cual caballero medieval debe enfrentar al agresor y ponerlo en su lugar, así sea recurriendo a la violencia física.

Lo cierto es que más allá de este suceso, lo relevante es hablar sobre el exceso de Rock y el papel que la familia Smith ha jugado en ello. Como comentaba al comienzo de este texto, los Smith se han reinventado durante la pandemia, lo que los llevó a construir una plataforma digital donde exponen su vida familiar, su intimidad y condición humana.

Lo mismo Will Smith superando la crisis emocional que le supuso enterarse de que su esposa mantuvo una relación con otra persona durante un receso y separación como pareja; dicha revelación generó múltiples expresiones sobre la conducta sexual de su esposa, quien padeció ataques y calificativos ofensivos. Posteriormente, Smith expuso su lucha con las fracturas emocionales que supuso una infancia donde fue testigo de la violencia física que su padre ejerció sobre su mamá.

Asimismo, la propia Jada Pinkett-Smith y su madre han expuesto su fragilidad y vulnerabilidad ante el desafío e incertidumbre que supone enfrentarse a problemas de salud y lo incómodo, doloroso y humillante que supone someterse a procedimientos clínicos, con lo cual buscan crear espirales de empatía y resiliencia para indicar que ellos como figuras públicas, también padecen atribulaciones.

Este creo es el punto a revisar, ambas partes, Rock y la familia Smith han trastocado los límites de la expresión, en un mundo interconectado, donde las redes sociales se convierten en cajas de resonancia y estridencia que prestan voz y visibilidad a sucesos y actos personales e íntimos.

Creo debemos saber que exponer así nuestras actividades y hábitos nos colocan en una posición de vulnerabilidad y donde estamos sujetos al escrutinio, apoyo y mofa, más aún cuando dicha actividad supone la generación de réditos económicos.

Por otro lado, la diversión y entretenimiento exige hoy superar el lugar común, la mofa vulgar y corriente que cosifica, sexualiza y estereotipa a mujeres principalmente; debemos estar conscientes que nuestras palabras y acciones tienen un impacto, debemos asumir la responsabilidad de ello.

Al final del día, la batalla que mantenemos diario con nuestros propios demonios, no es sencilla, exige dedicación, compromiso y responsabilidad con nosotros mismos.

De igual modo, debemos concentrarnos y discutir sobre el centro del suceso, los comentarios y violencia simbólica que sufrió una mujer y dejar de lado el papel y rol que han desempeñado en este tinglado dos hombres, quienes son los que han acaparado este fenómeno y de hecho también el contenido de esta columna.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.