México, perdido en el espacio sideral
Un simple acuerdo de cooperación espacial ruso–mexicana “con fines pacíficos”, aparentemente inocuo, expuso a México como un gobierno ingenuo, usado por Vladímir Putin en la lucha geoestratégica de Rusia contra su enemigo Estados Unidos.
El acuerdo espacial coloca a México como herramienta cibernética de los rusos con la posibilidad de espiar desde nuestro territorio a nuestro amigo, vecino y principal socio comercial por medio de la instalación de estaciones del sistema de navegación satelital Glonass.
Meterse al “patio trasero” de Estados Unidos significa una respuesta de Putin al cerco militar que la OTAN tendió a Rusia en sus fronteras con Europa, además de la amenaza de usar armas nucleares.
El afán del mandatario mexicano por blandir la carta rusa para contrarrestar el poderío de los estadunidenses al final fue aprovechado por el presidente ruso.
Hasta ahora Estados Unidos calla públicamente.
Andrés Manuel López Obrador se ha abstenido de condenar categóricamente la invasión de Rusia a Ucrania y la anexión de territorios decretada ilegalmente por Putin, aunque sí lo ha hecho la misión de México ante la ONU.
El acuerdo pasó desapercibido desde que hace un año fue suscrito, por instrucciones del mismo Presidente, el 28 de septiembre de 2021, entre la Agencia Espacial Mexicana (AEM) y la Corporación Estatal Espacial Roscosmos.
El comunicado de la AEM hablaba de bellos propósitos pacíficos y nobles intenciones amistosas sobre cooperación conjunta en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, hasta que la agencia oficial rusa Sputnik informó el pasado 4 de octubre sobre la firma de Putin y la ratificación del Senado ruso y reveló el verdadero alcance del acuerdo:
“Colocar en el territorio mexicano estaciones del sistema de navegación satelital Glonass y un complejo óptico–electrónico para prevenir situaciones peligrosas en el espacio circunterrestre”.
Sputnik destacó que “la ratificación del acuerdo redunda en interés de Rusia”.
Ante el estallido de la noticia, difundida en las redes por la corresponsal mexicana en Washington, Dolia Estévez, la Secretaría de Relaciones Exteriores respondió con torpeza afirmando que no ha entrado en vigor porque no ha sido aprobado por el Senado, cuando correspondió a la Consultoría Jurídica opinar sobre la procedencia de suscribirlo antes de la celebración.
Tampoco se dio a conocer el texto del instrumento jurídico, lo que hubiera permitido conocer su naturaleza y determinar si los rusos dicen la verdad.
Como Rusia ya ratificó, ahora la pelota está en la Cámara Alta la cual podrá aprobar o rechazar el acuerdo tal como fue suscrito o bien podría formular una reserva con objeto de excluir o modificar el artículo específico sobre la instalación de Glonass en México. Para ello debe realizar consultas públicas de expertos en la materia.
Según la Ley sobre Celebración de Tratados, dicho acuerdo se clasifica como acuerdo interinstitucional, convenio regido por el derecho internacional público, y no como un tratado, al ser suscrito entre un organismo descentralizado como lo es la AEM y un órgano gubernamental extranjero como lo es Roscosmos.