Opinión e información
La Suprema Corte acaba de emitir una resolución que obliga a distinguir con toda claridad los contenidos de información de aquellos que representan opiniones o juicios de valor, con respecto a lo divulgado en radio y televisión en México.
¿Cosa buena?
La verdad y la mentira en todos sus grados, lo completo y lo parcial, lo bueno y lo malo, lo ético o lo inmoral, todas las dicotomías han sido motivo de profundas reflexiones y no menos problemas cuando son componentes de conflictos en cualquier escala y en cualquier orden de cosas, políticos, económicos, grupales y en general en las relaciones sociales.
Todos esos extremales han sido aliados o lastres cuando se trata de mejorar la coordinación consensuada de acciones desde la escala más ínfima en las relaciones humanas.
Ahora que la divulgación es casi instantánea resulta, cada vez más abrumador el poder disponer de tiempo para escudriñar los contenidos de verdad en lo que se comunica para motivar alguna determinación por los receptores. Hace años existían los censores que a pulso se ganaron una connotación negativa hasta ser considerados repulsivos y despreciables.
Hoy, la Suprema Corte aunque con tibieza, vuelve a poner en la mesa de debate que al menos se distinga en los mensajes dispersados; al menos en radio y televisión; la substancia descriptiva a secas, de la conclusiva que se asume será producto de la reflexión de cada persona.
Menudo problema el distinguir entre “hechos “ y “juicios de valor”, pues ambos involucran sentimientos. Si todos los días comunicamos la cantidad de homicidios sin resolverse en condenas como un hecho, el juicio implícito es que hay impunidad aunque no se mencione.
Si en los encabezados de noticieros en cualquier medio se destacan todos los días los hechos negativos, el juicio de valor asociado será siempre depresivo, más si se hace referencia a los asuntos públicos, así que no será nada fácil instrumentar lo decidido por la corte.
Donald Trump se la pasó todo su mandato en los EEUU peleando contra CNN y otras cadenas informativas por su “parcialismo tendencioso” en su contra.
Nuestro presidente dispuso de un día a la semana para exhibir lo que él considera parte de las campañas de sus adversarios.
Casi toda la información que se divulga y dispersa a través de los medios, llamados convencionales, como la radio y la TV, ahora surge desde las redes sociales y con que las emisoras indiquen la fuente, podrán dar cumplimiento a los nuevos criterios que se emitan en la norma jurídica.
Porque no es materia de la Corte, no se toca el tema medular del origen de los pobres juicios de valor, pauperizados por una muy débil educación que no enseña a reflexionar y adquirir las habilidades para el pensamiento crítico, y es así porque el propio sistema no quiere enfrentar los retos que surgirían de una sociedad no alienada.
El sistema no es solo el estado sino todo el conjunto de organizaciones publicas y privadas que forman el entramado de aparatos que conducen el transcurso y la acción en el medioambiente que no es el yo.
Ese sistema tiene personalidad, normas y métodos, escritos y no escritos, que han sido producto de años de evoluciones y convoluciones que dieron como resultado el mundo instrumental en el que nos desenvolvemos.
La Suprema Corte es parte de ese sistema y sus ministros son observadores como todos nosotros del acontecer, con la única diferencia que ellos y sus deliberaciones se espera que sí sean vinculantes, aunque parece difícil romper el molde histórico que por supuesto los alude.
Si en este momento se quisiera aplicar el criterio juzgado por la Corte, esperando que las personas sepan que lo que sigue es una opinión y no un hecho, ante los pobres niveles analíticos de la población, Chumel y Mariana "Fosfo" acabarán siendo los líderes de opinión y dirigentes sin cartera del país.