¿Orgullosos de nuestra mano de obra barata?
Hace algunas semanas tuvimos la oportunidad de asistir al NAMM Show 2022 en Los Ángeles, California; que para los no familiarizados con el evento, es una de las más grandes exhibiciones de productos musicales y de audio en el mundo.
De cierta forma es un evento comercial que permite a los vendedores, distribuidores y gente relacionada con la industria, conocer nuevos lanzamientos, crear relaciones de negocio y actualizarse en relación al futuro de la industria musical.
En el evento participaron más de 270 empresas relacionadas a la música y al audio, siendo la mayoría de ellas norteamericanas, europeas y asiáticas, pero desgraciadamente ninguna mexicana.
Aunque no es para sorprenderse, ya que es una industria a la que nunca se ha impulsado o incentivado en nuestro país.
Pero eso sí, podemos estar orgullosos de manufacturar aquí en México los productos de varias de las empresas que asisten a este tipo de eventos.
Orgullosos de no contar con centros de investigación y desarrollo de productos de tecnología de audio, sonido y entretenimiento. Orgullosos de no impulsar a una industria con el potencial de generar gran desarrollo para un país.
No obstante, ¿de qué sirve que se presuman inversiones que llegan a nuestro querido México, si una gran mayoría, si no es que todas, sólo buscan mano de obra barata?.
¿Por qué no se trabaja en una estrategia que permita conceptualizar y desarrollar productos líderes para un mercado? Obviamente que de la mano de incentivos tanto públicos como privados, que toleren el flujo de los procesos desde la idealización y hasta la fabricación del producto final.
Evidentemente, no siempre funciona la estrategia de programas tipo Shark Tank, donde un grupo de emprendedores intentan convencer a varios “tiburones” para que inviertan en sus productos. El programa es bueno, aspiracional y educativo, sin embargo, trabaja sobre ideas y artículos previamente conceptualizados, que requieren sólo un “empujón” para su comercialización.
Indiscutiblemente, los Gobiernos deberían desarrollar e incentivar mercados, al igual que crear condiciones para que la creatividad, el ingenio y las ideas fluyan y se transformen en productos exitosos, que puedan luego trascender fronteras y proyectar a un país.
Quizás sea ya tiempo de desarrollar nuestros propios productos y de no sólo depender de las inversiones que buscan mano de obra barata, sino de las que ofrezcan un verdadero crecimiento para nuestra gente.