Periodismo bajo asedio

Las siguientes cifras demuestran que México se ubica como la nación número uno en riesgo a nivel mundial para practicar el periodismo.

Sucede que en México se asesina a un periodista y esto causa un revuelo impresionante en la opinión pública, los comunicadores protestan, se expone el tema en la “Mañanera”, pero corren los días y el caso se apaga, como todas las tragedias que llegan a este país.

Unos días de inconformidad y el tema también muere. Ya llegará otra tragedia.

El pasado 23 de enero Lourdes Maldonado, periodista de la ciudad de Tijuana, fue asesinada. La relevancia del suceso radica en que con anterioridad se había presentado en la conferencia de prensa matutina del titular del Poder Ejecutivo de nuestro país, donde expuso su caso y manifestó su temor a perder la vida…

Como respuesta fue minimizado su caso.

Su deceso acumula ya 149 muertes de 2000 a la fecha.

La organización Artículo 19 ha documentado estas muertes de periodistas en México, todas con una posible relación con su labor. Del total, 137 son hombres y 12 son mujeres. De estos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 29 en el actual de Andrés Manuel López Obrador.

Con estas cifras, México se ubica como la nación número uno en riesgo a nivel mundial para practicar el periodismo.

De hecho, nuestro país muestra un nivel de riesgo profesional para el periodismo, similar al de una nación viviendo bajo un conflicto armado.

El rol social del periodismo ha sido revisado a lo largo del tiempo; Edmund Burke lo concibió no como el quinto poder, sino como el contra poder, lo cual supone el procesamiento de información y la construcción de un conocimiento colectivo que permita acotar y limitar el ejercicio arbitrario del poder.

La irrupción de las redes sociales ha obligado a reconformar el papel del periodismo y del periodista; las redes sociales quitaron el monopolio de la opinión pública al periodista y brindaron estridencia a diversas voces, esto ha generado un choque y no pocas han sido las voces que cuestionan la preponderancia del profesional del periodismo y con ello, minimizan el importante rol que juegan para una sociedad informada y una ciudadanía participativa y comprometida con los asuntos que le son comunes.

Es cierto que no pocas veces se ha destacado el ejercicio prepotente y abusivo de esta profesión, también que ante esta notoriedad efímera que brindan las redes sociales, no son pocas las voces que antes que transmitir una noticia, buscan formar parte asociada de esta noticia, es decir protagonizar el medio y ser ellos y nadie más el medio.

Las redes sociales han trastocado profundamente las relaciones entre las personas y los colectivos; el periodismo tiene ante si una tarea de reconfigurar su papel y mostrar que ninguna tribuna estridente sustituye su formación.

Ser periodista no es solamente escribir u opinar en un medio de comunicación cualquiera que sea este su plataforma de difusión.

Ser periodista es una convicción que requiere no sólo de una formación profesional específica, requiere de honestidad, compromiso y responsabilidad sobre su papel. El periodista brinda un servicio social, un servicio que debe ser ejercido con responsabilidad, investigar, verificar datos, contrastar documentos y dar lugar a la réplica son valores inestimables hoy en día, donde el ruido mediático apaga las voces y genera distracciones.

La defensa del ejercicio periodístico es una defensa de la libertad, no es una defensa individual que compete solamente a quienes ejercemos esta profesión, por el contrario atajar la libertad del periodista, limita la libertad de la sociedad y de los sujetos.

México necesita de más y mejores periodistas, pero también necesita de ciudadanos comprometidos, responsables y partícipes de la vida pública,

Los periodistas no son un sector social profesional privilegiado, pero sí requieren de herramientas públicas y políticas que aseguren el ejercicio pleno de esta profesión.

Alberto Martínez Romero

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM. Tiene un MBA por la Universidad Tec Milenio y cuenta con dos especialidades, en Mercadotecnia y en periodismo de investigación por el Tec de Monterrey. Tiene diversas diplomaturas en Habilidades Gerenciales por la Universidad Iberoamericana y se ha especializado en Relaciones Públicas y Atención de Crisis en Comunicación. Ha sido reportero y editor en medios como Reforma y El Universal. Fue corresponsal en Centroamérica para Reforma y Notimex. Colaboró en la realización del libro “La Huelga del Fin del Mundo”, de Hortensia Moreno y Carlos Amador, primer libro que se escribió sobre la huelga estudiantil de 10 meses en la UNAM en 1999.