Pero, ¿qué necedad?
Les platico: iba a decir que ahí crecí, pero no es suficiente, porque prácticamente en El Norte me crié; de tan chavo que era, ahí me formé; se gestó de esa manera lo que hoy me genera tantas críticas, muchas amenazas, censuras… y uno que otro comentario positivo.
Por una fuente bien confiable -que ahora ya no lo es tanto- me llegó un audio que circula profusamente entre personas de buen nivel de credibilidad, y que adjunto en este artículo.
Los poco cuidadosos le han dado vuelo entre sus contactos, incluso algunos colegas escasamente escrupulosos han hecho lo mismo.
Esos camaradas no se alimentaron de la ubre que yo sí en El Norte, por eso están difundiendo un audio atribuido indebidamente al Lic. Alejandro Junco sobre el tema del desfile del 16 de septiembre.
Tengo archivado en el disco duro de mi memoria el timbre de su voz y cuando lo escuché supe que no era él quien disertaba.
Pero yo mismo soy presa de mi BigData y por eso, busqué a alguien del círculo personalísimo del Lic. Alejandro y cuando le pregunté, me respondió con un lacónico pero contundente...
NO.
A pesar de que me enorgullece la cercanía y la confianza con las que me distinguió a mi paso de seis años por mi Alma Máter, nunca le he tuteado, como sí lo han hecho otros igualados y mal agradecidos que incluso a la distancia se le han puesto a los catorrazos.
Yo, no. Siempre me he referido a él con reverencia, porque fue quien inyectó tinta en mis venas en una transfusión que me despertó a la vida del periodismo, cambiándole el color -para siempre- a mi sangre.
A veces el color de lo que escribo es rojo.
También escribo en tonalidades blancas, como mi artículo sobre Anastasia, que aquí les comparto y que literalmente es blanco, por la nieve y el hielo que aparecen por todos lados:
Otras adquiere la forma del irreverente negro y cuando se tiñe de amarillo, honro así a la frase de Neruda:
“¿y qué haríamos en este mundo sin el color amarillo?”
Cuando mi escritura se pinta de ese amarillo, es entonces que mis amigos y también los más queridos, me echan los percherones encima; se vuelven críticos despiadados diciendo que me enlodo y me arriesgo sin necesidad por atreverme a tocar ciertos temas.
Y me cuestionan.
No, más bien me regañan, por no pedir consejo antes de engarzarme en esos temas, siendo que en mi caso, no me siento apto para darle consejos a nadie, porque para equivocarse, nadie necesita consejeros.
Me desvíe, lo que quería decirles es que el mentado audio atribuido al Lic. Alejandro Junco, no es de él.
Pero no tiene desperdicio lo que su imitador dice sobre la estupidez de permitirle al heredero de la dictadura castrista, Diaz-Canel, presidir, al lado de la pareja presidencial mexicana, el desfile del 16 de septiembre.
No quiero ser "rebuznante" repitiendo lo que pueden ustedes escuchar en el audio adjunto, así que, ¿díganme si no aplica la famosa frase de mi abuela, la ex alcaldesa de Perros Bravos, NL: “pero qué necedad? ¡Arre!".
CAJÓN DE SASTRE
“Indignante, insultante, agraviante, fue ver a ese títere de los Castro y también lo fue escuchar a la Guardia Pretoriana de Nicolás Maduro gritar en el corazón de México: ¡Chávez vive!, desfilando al lado de tropas de los otros dictadores de Venezuela, Nicaragua y Cuba, únicos que aceptaron la invitación de la 4T, y que fue despreciada por Estados, Canadá y otros países democráticos”, dice la irreverente de mi Gaby.