Polibasura mexicana
Prometo solemnemente retar los dogmas, el statu quo.
María Fernanda García Sada
En las naciones más corruptas y retrógradas la mayoría está mal informada, es inculta, apática, floja, indolente, dejada, cobarde, presa y esclava del sistema político. Parece cumplirse la frase de Joséph de Maistre, “Toda nación tiene el gobierno que se merece”. André Malraux pareció estar de acuerdo, pues dijo que “La gente tiene los gobernantes que se le parecen”; José Martí también concordó: “Pueblo que soporta a un tirano, lo merece”.
En mi opinión, la política mexicana está reprobada, ¡es una basura! Increíble que, en pleno siglo XXI, nuestro sistema esté involucionado, fallido 100%.
Para mejorar en la política, deberíamos de adoptar el sistema del deporte, ejercerla como los equipos de futbol o de baloncesto: siempre profesionales.
Primero que nada, entran solo atletas de alto rendimiento que no se dedican más que a entrenar diariamente. No hacen otra cosa. Sus estudios y experiencia los avala. El que no destaca queda descartado. Todo el santo día se preparan. Desayunan, comen, meriendan y cenan deporte para salir victoriosos. Hablo del nivel de la Copa del Mundo, la NFL o la NBA.
En México, la mayoría de los alcaldes, gobernadores, diputados y senadores son artistas, actores, presentadores de televisión, futbolistas y demás. No tienen ni princesa idea de cómo gobernar y cómo legislar.
Por el amor de Dios, con toda honestidad e inteligencia: ¿le confiarían a un zapatero hacer una cirugía de corazón o a un doctor diseñar y fabricar un zapato? ¿Puede un psicólogo mandar un cohete a la luna o un ingeniero astronáutico dar psicoterapia analítica? La respuesta es obvia. En la actualidad, no existen los Da Vincis; aquí nadie es hombre o mujer renacentista.
Si pensamos que no podemos estar peor, preguntémosle a Cuba o a Venezuela. Con todo respeto a sus ciudadanos, yo no veo filas de gentes migrantes atravesando mares y montañas, exponiendo sus vidas y las de sus familias por entrar a esos países y quedarse. ¿Por qué será?
Me pregunto, ¿por qué no hay una ley que exija que, quienes se postulan para un cargo como el de gobernantes o legisladores, deban de haber estudiado Ciencias Políticas, Administración Pública o Derecho? ¡Ah no! Elijamos al famoso, al intérprete musical para senador, a la influencer para alcaldesa o al futbolista como gobernador, total, en México se trata más de un concurso de popularidad que de competencias.
Y, ¿qué más da si cualquier burro reprobado en redacción, gramática, sintaxis y ortografía puede escribir un libro? Además, increíblemente le llaman “literatura”. Así son la fe y la confianza en México: ¡ciegas!
De por sí ya es grave la incontenible fuga de cerebros y capitales porque, ¿quién quiere vivir en un narcopaís inseguro, corrupto, contaminado, carente de agua y deficiente en energía, militarizado, con las garantías individuales en peligro, sin instituciones, con un sistema de justicia dudoso y sistemas sanitario y educativo decadentes, endeudado hasta el tuétano, con una inflación incontenible donde, sin más, no hay incentivos para que inviertas porque en cualquier momento estás expuesto a que te expropien tus propiedades?
Así es, el país está en caída libre, prendido en llamas, valiendo m@@@dr3$$$$$.
Queridísimos lectores, les relato 2 historias verídicas.
- La primera: Como bien saben, me dedico al arte. Muy al principio del sexenio, hubo una fiesta en el Habita en Monterrey. No pude ir al evento, pero un íntimo amigo sí. Me dijo que uno de los hijos del actual presidente estuvo ahí y que ordenó 14 botellas de champaña e invitó a todos a beberlas, anunció que él pagaría. ¿Quién se atreve a hacer algo así, que no sea Jeff Bezos o Leonardo di Caprio? Desafortunadamente, no grabó el instante en el que el hijo presidencial dijo eso, pero quienes estuvieron en esa fiesta lo saben.
- La segunda me tocó personalmente a mí. Hace como un mes y medio fui a la CDMX en un viaje de trabajo para escribir un capítulo del tomo no. 3 de Políticamente incorrecta, mi novela. Una amiga que se dedica a diseñar campañas políticas me invitó a comer con una aspirante a un puesto en el senado. La chica no había estudiado ninguna de las carreras convenientes para ejercer en la política, no sabía legislar. Le pregunté por qué se metía en eso. Y me dijo tal cual: “Para hacer negocios”.
No he terminado. Si les quedaron los ojos pentagonales, pongan atención en esto: agregó que no tenía ningún escaño por el momento porque, el partido mayoritario estaba vendiendo los puestos, querían cobrarle muy caro. ¡Así como la oyen! ¿Cómo les quedaron los ojos? ¿Octagonales?
Todavía le pregunté a la chica: “¿Dónde quedó la actitud de servicio?”. Me respondió: “No seas naïve, Mai”.
Me dio tanto asco que casi me vomito. También coraje tener mi celular en frente sin haber podido grabar la conversación, pero les doy mi palabra que estas dos historias son reales. Ya sabrán ustedes si me creen o no.
Hemos sido saqueados desde hace 5 siglos y hemos padecido las consecuencias de malos gobiernos que no han hecho otra cosa más que empobrecer y desempoderar a los ciudadanos.
Hasta la fecha para celebrar las elecciones está equivocada. Imposible no sospechar que el 2 de junio es una tracalada, ya que, en una gran parte del país, las vacaciones comienzan desde antes. Súmenle las altas temperaturas: por encima de los 30 grados centígrados. Es lógico que mucha gente sale a pasear o se queda resguardada en su casa, especialmente los jóvenes que, además, todo les da flojera.
¿Por qué no puede ser el 2 de marzo o un 2 de octubre, por ejemplo, cuando no hay vacaciones, no padezcamos calores de 40 grados y la mayoría se encuentra en la ciudad donde debe de votar? ¿Por qué no se castiga con multa (como lo sentencia la Constitución) al que no vota? No sólo es un derecho, es una obligación. ¡Plan con maña!
Pocos hacen bien las cosas. Luego nos quejamos. ¡Dejados, apáticos, irresponsables sin cerebro! ¿Acaso no nos merecemos un mal gobierno tras otro? Regalamos el voto al popular, no al capaz y no hacemos nada por quitar a las rémoras que viven del erario público.
Para acabarla de amolar, el rol más importante —el de la silla presidencial— ni siquiera tiene, una final digna, es decir, una contienda entre dos, como en los partidos de futbol.
Actualmente hay 3 candidatos, dos de ellos aliados que a leguas pactaron para dividir el voto. ¡Ajém ajém!: naranjas y ciruelas pasas, sí, los señalo directamente con mis palabras.
Querido México: luego no te quejes de que te dio chorrillo incontenible por todo un sexenio porque te tragaste el cuento de que las naranjas y las ciruelas pasas se comían separadas. Al elegir una, tragarás la otra porque ya están mezcladas de antemano. Ahí te encargo el mugrero, mark my words!
No hay una segunda oportunidad para razonar el voto: la segunda vuelta en este país no existe.