Precaución, estamos desfondados…
En la presente administración del gobierno federal, han tenido la ocurrencia o determinación de eliminar ciertos fondos, fideicomisos, subsidios, apoyos y otros conceptos de recursos con el pretexto del ahorro de los dineros, lo que puede ser muy loable, con buenas intenciones, pero con el problema de que nos toca enfrentar la realidad.
Con un pensamiento prospectivo y en el cálculo de escenarios supuestos cuando se consideran las diferentes variables para tomar decisiones o estimar riesgos, hay varios aspectos a considerar, entre ellos la frecuencia y la magnitud.
En administración de riesgos tienes que medir si asumes el riesgo, lo disminuyes o si hay oportunidad de trasladarlo y es técnica y económicamente posible lo entregas a cambio de una aportación en numerario, a lo que se le llama prima, este es uno de los principios de los seguros sobre la ocurrencia de diferentes posibles eventos que causen daños y que produzcan un impacto económico.
Pues bien, todo este preámbulo es para insistir en la necesidad de prevenir riesgos posibles que pueden ser con diferentes impactos desde la posibilidad que en la temporada de lluvias y huracanes sólo seamos bendecidos con algo de agua que moje la ciudad y aplaque los polvos y la contaminación del aire, que la cantidad sea mayor y tenga impactos comunes como encharcamientos, mojadura de autos, reblandecimiento de la superficie de rodamiento, generalmente asfáltica, y con ello aparecen los típicos baches; o los efectos catastróficos de una lluvia intensa de esas que vienen con los fenómenos hidrometeorológicos que llenan los cauces.
Los drenajes pluviales producen consecuencias de daños materiales y en ocasiones estos eventos con mayor severidad que impactan sobre la vida, la seguridad física de las personas, así como daños a los bienes de la infraestructura pública y de los patrimonios de los particulares. Como ya ha ocurrido.
Si tuviéramos la certeza de cuándo ocurrirán los eventos y qué tamaño en su impacto, no tendríamos mucho que alegar, pues simplemente serian eventos programados y lo único que quedaría es buscar aminorar los efectos.
Como son eventos probables y cíclicos, en los que además este tipo de fenómenos están siendo de mayor envergadura por el cambio climático, podemos advertir que los eventos pueden ser de mayor impacto y de consecuencias catastróficas.
Ayer platicaba con un amigo, prominente abogado constitucionalista, que me expone algunas ideas en torno al qué hacer con respecto al tema de limpiar o no el río; sus argumentos son interesantes, pero creo que mi amigo da poca importancia a la posible pérdida de vidas humanas bajo el argumento de que por otras situaciones como las asociadas a problemas respiratorios muere más gente, lo que también es cierto, aunque es una situación que no es súbita al ser progresiva.
Yo quisiera que mejor tramite un amparo contra los efectos de los fenómenos meteorológicos que nos proteja y ampare de esas consecuencias. Sabido es que cada uno ve las cosas desde su perspectiva, pero no todos lo ven procurando el bien superior que representa la vida de los pobladores de esta megametrópoli.
Hace días hubo un incendio en el rio Santa Catarina que por el punto donde se origina todo parece ser provocado con intención o por impericia o negligencia de las personas en situación de calle que “habitan el lecho del río” o de alguien mal intencionado.
Los incendios comunes que se producen por la colilla de cigarro arrojada por la ventanilla de los autos, esos se generan en las orillas, por eso se puede afirmar que fue provocado, la diferencia es si fue accidental o intencional.
Este evento causó la molestia de muchos ciudadanos, pues fue necesario cerrar carriles de circulación del lado exprés y provocó embotellamiento y dificultades a la movilidad.
Inicié diciendo que estamos desfondados si llega a ocurrir algún evento como los que se esperan y se desmoronan las avenidas Constitución y Morones Prieto, ya no habrán fondos para remediar pues se canceló el Fonden, recordemos que aún hay un tramo dañado de la tormenta Hanna y también se acabaron los programas de empleo temporal que servían mucho para ayudar a las personas que resultan afectadas por daños de inundación, incluso para ayuda a reponer muebles y enseres de primera necesidad de las casas habitación afectadas.