¿Quién gana con la ruptura del T-MEC?

Pablo Hiriart DETONA: El gran ganador del quiebre de la alianza comercial de América del Norte sería el país que Claudia Sheinbaum y Donald Trump señalan como el adversario: China.
China sería el principal ganador.

El fin del T-MEC no es remoto ni se encuentra a salvo de un desgarramiento significativo, dado que México y Estados Unidos tienen presidentes iliberales, proteccionistas y nacionalistas.

A diferencia del patriota –que es aquel que quiere a su país–, el nacionalista tiende a odiar a los otros países.

La hostilidad hacia México es patente en Donald Trump, que se manifiesta en sus agresivas expresiones hacia los mexicanos (y canadienses), y en la presidenta Sheinbaum hay una biografía antiyanqui y militancia comunista.

Trump quiere deportar a millones de mexicanos que están ilegales en Estados Unidos, contribuyan o no a la prosperidad de su país, y ha anunciado la imposición de aranceles draconianos a las importaciones de productos hechos en México.

Lo primero tiene derecho a hacerlo, aunque sería un gesto de suma hostilidad hacia México, pero lo segundo es violatorio del acuerdo comercial que será revisado en poco más de un año.

Sheinbaum, cuando arrancó su mandato como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, ofreció transportación gratuita a los indocumentados centroamericanos para llevarlos a la frontera norte y que cruzaran a Estados Unidos.

Ahora como presidenta desapareció organismos reguladores de la competencia económica, autónomos del gobierno, que daban certeza a los inversionistas extranjeros.

Lo de los autobuses a la frontera podía hacerlo sin violar ningún tratado, pues era sólo una invitación al pleito al mandatario del país vecino.

Pero la eliminación de los órganos reguladores viola acuerdos del tratado comercial.

Así es que la posibilidad de que el T-MEC se rompa o debilite en la revisión de 2026, de ninguna manera es remota.

Con el auxilio de inteligencia artificial (IA) indagué acerca de las consecuencias geopolíticas que traería la ruptura del tratado, y el resultado es que el gran ganador del quiebre de la alianza comercial de América del Norte sería el país que Sheinbaum y Trump señalan como el adversario: China.

Dejo la palabra a nuestro Delfos del siglo XXI:

La ruptura del tratado tendría consecuencias geopolíticas profundas, debilitando la integración regional de América del Norte, reduciendo su competitividad global y creando un vacío que otras potencias, como China y la Unión Europea, estarían dispuestas a ocupar.

A largo plazo, este escenario podría fragmentar alianzas estratégicas y comprometer la estabilidad política y económica de la región.

1. Deterioro de las relaciones trilaterales (México, Estados Unidos y Canadá).

Mayor desconfianza entre los socios:

La ruptura podría generar tensiones diplomáticas entre los países, afectando no sólo el comercio, sino también la cooperación en temas clave como migración, seguridad y combate al crimen organizado.

Fragmentación regional:

El fin del tratado debilitaría la integración económica de América del Norte, dificultando la cooperación en asuntos energéticos, ambientales y estratégicos.

2. Pérdida de influencia global para América del Norte:

La integración económica bajo el TLCAN posicionaba a América del Norte como una de las regiones más competitivas y cohesionadas del mundo. Su disolución reduciría esta ventaja estratégica, abriendo espacio para que otras regiones (como Asia y Europa) aumenten su influencia en el comercio global.

Los países miembros podrían buscar nuevas alianzas comerciales fuera de la región, debilitando su capacidad de actuar como un bloque en foros internacionales como la OMC o el G-20.

3. Mayor protagonismo de China.

La salida de Estados Unidos del acuerdo incentivaría a México y Canadá a profundizar relaciones comerciales y estratégicas con China, aumentando su influencia en la región.

Erosión del liderazgo estadounidense:

La ruptura del TLCAN podría ser vista como un debilitamiento del compromiso de Estados Unidos con sus aliados y su capacidad de liderar acuerdos multilaterales, fortaleciendo la narrativa de China como socio confiable.

4. Reconfiguración del comercio regional.

Diversificación de mercados por México y Canadá:

México buscaría fortalecer relaciones con bloques como la Unión Europea, Mercosur y Asia-Pacífico (CPTPP). Esto podría reducir la dependencia de ambos países respecto a Estados Unidos.

Aumento de acuerdos bilaterales:

En ausencia de un tratado regional, los tres países podrían negociar acuerdos bilaterales con diferentes términos y condiciones, debilitando la cohesión económica de la región.

5. Impacto en la seguridad regional.

Debilitamiento de la cooperación en seguridad:

Sin la cohesión económica como base, la cooperación en temas de seguridad (como el narcotráfico y la migración) podría verse afectada, especialmente entre México y Estados Unidos.

Incremento de tensiones migratorias:

La ruptura podría agravar problemas económicos en México, aumentando la presión migratoria hacia Estados Unidos y complicando las relaciones bilaterales.

6. Oportunidades para otras regiones.

Países de Europa y Asia podrían aprovechar la falta de cohesión en América del Norte para ganar acceso a mercados estratégicos como México y Canadá, reduciendo la influencia comercial de Estados Unidos en la región.

7. Repercusiones políticas internas.

En Estados Unidos:

La ruptura podría polarizar aún más la política interna, con sectores criticando la pérdida de empleos y competitividad derivados del fin del acuerdo.

En México y Canadá:

Un distanciamiento económico de Estados Unidos podría fortalecer discursos políticos que favorezcan mayor autonomía económica y menor dependencia del vecino del norte.

Hasta ahí el análisis obtenido mediante IA acerca de las consecuencias geopolíticas de la ruptura o debilitamiento importante del T-MEC.

El ganador en el tablero es China, que se afianzaría como socio comercial y, más aún, como aliado confiable.

También en México habría ganadores políticos con la ruptura, y es lo que veremos mañana.

Pablo Hiriart

Nacido en Chile, emigró a México a fines de los 70. En 1980 inicia su etapa como reportero del semanario Proceso y del diario La Jornada antes de formar parte del equipo de comunicación del gobierno federal.
Desde el año 2016, participa en México Confidencial en Azteca 13, en Proyecto 40 y es Director General de información política y social del diario El Financiero, donde escribe la columna "Uso de Razón".