Recordando a mi padre

Alberto Halabe Bucay DETONA: “Un buen padre vale por 100 maestros”. - Rousseau

Ahora que está por celebrarse el día del padre en México escribo el presente ensayo, con la finalidad de concordancia emotiva e intelectual de muchos de los lectores de este portal Detona.com, reconociendo que el día del padre surgió como un sentimiento de equidad después de que se estableció mundialmente un Día de la Madre, gracias al mexicano Rafael Alducín.

En esa época director del periódico Excelsior, quien fue al que originalmente se le ocurrió la idea de festejar a las madres, idea que fue reproducida en los Estados Unidos, como muchas más de autoría mexicana, incluyendo al Seguro popular, que allá lo nombraron: “Obamacare”.

Yo a mi padre lo recuerdo todos los días y por muy diferentes razones desde el día de su partida terrenal en enero del 2015, mi padre nació tres meses antes de iniciar la Segunda Guerra Mundial, el mismo día que se conmemora la Batalla de Solferino, donde surgió la Cruz Roja en la mente de Jean Henry Dunant, y vivió muy honorablemente 75 años.

Mi padre fue un hombre extraordinariamente inteligente, perteneció a la masonería de México, y su capacidad de raciocinio siempre fue reconocida por muchos de sus conocidos, hasta el día de hoy.

Yo con mi padre viajaba mucho al puerto de Acapulco durante los periodos vacacionales que la carrera de Medicina que cursé nos lo permitían, sin reservación nos trasladábamos temprano a la terminal de camiones de Taxqueña en la Ciudad de México, y en la línea “Estrella de Oro” viajábamos por la carretera llamada del Sol a Acapulco.

Como no eran temporadas de turismo altas, conseguíamos siempre hospedaje en algún hotel de la avenida costera “Miguel Alemán”, tan famosa hasta la actualidad, y caminábamos todos los días; en una ocasión, antes de llegar al malecón de Acapulco caminando, y discutiendo sobre la existencialidad humana y universal de manera muy profunda, mi padre y yo llegamos a una conclusión bastante compleja de entender: que el mismo destino es Dios, y lo seguimos platicando varios días y varios años después.

Luego llegábamos al centro de Acapulco a tomar una malteada de chocolate con galletas en uno de los restaurantes más famosos de todo México, llamado: Sanborns.

Era increíble Acapulco, en esa época nos comentaban que gran parte del centro y del malecón lo había remodelado el cantante Plácido Domingo, por el amor que siempre le tuvo al puerto más enigmático del Mundo, por miles de razones.

Alberto Halabe Bucay

Médico con título de la Universidad La Salle, pediatra egresado del Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, escribe para DETONA y SDP Noticias.