Una mirada oblicua

Teresa Sepúlveda DETONA aquí una gran reflexión de vida en mitad de la cotidianidad de todos los días, ¡vale la pena echarle un vistazo y reflexionar!

Fui al Seguro Social a una cita médica y antes de entrar a las instalaciones escuché que un hombre le decía en tono molesto a una mujer de avanzada edad “¡córrale, ya le dije que no vamos a llegar a tiempo!”, “muévale”, “vamos, vamos”, mientras ella intentaba acelerar el paso.

"¿Cuántos años tiene madre?", le pregunté y ella respondió: “85, pero mi hijo está desesperado porque siempre me trae mi hija y él no sabe dónde me van a sacar la sangre para un estudio”. 

"¡Es una bendición vivir 85 años, que Dios le de muchos!", respondí y mirando al hijo agregué:

"Si me permite yo le ayudo a pedir informes, pero por favor, no haga correr a la señora". 

Una enfermera nos orientó y nos despedimos al instante.

Cuando estaba en el segundo piso, vi que se alejaban y pensé en las vueltas que da la vida: un día cuidamos a los hijos y otro necesitamos que ellos nos cuiden.

Una mañana haciendo ejercicio en el parque, vi como un señor se alejaba con su perro gran danés parecido a Scooby-Doo, el cual recién había hecho sus necesidades; me acerqué y le dije: "Tengo bolsas de plástico, si gusta le comparto una", y me respondió: “No gracias, yo soy ecológico”. 

El olor era terrible y había gente trotando y caminando. 

"¿Y qué pasará entonces?", cuestioné. "Pues se lo comerán las cochinillas", dijo. "¿Y todos tendremos que aspirar los desechos de su mascota?", reviré. 

Se dio la media vuelta y se fue sin contestar.

Esta misma semana me paré en una tienda de conveniencia, donde se me acercó un joven con una franela en la mano y me pidió una moneda. Su mirada estaba extraviada por el consumo de alguna droga. No tenía más de 20 años. Sentí tristeza.

 ¡Y pensar que tiene toda la vida por delante!

Finalmente, les cuento que fui al centro de Monterrey alrededor de las 9 de la noche, cerca de la Iglesia del Roble. Las calles lucían repletas de basura, especialmente las que suelen estar atestadas de puesteros y pensé: "Nosotros somo el pueblo, pero tal vez no somos tan buenos, ni tan sabios".

La vida quiere que aprenda algo nuevo.
Teresa Sepúlveda Elizondo

Licenciatura en Comunicación egresada de la UANL. Maestría en Procesos Electorales por la Escuela Superior de Procesos Electorales y postulante al Doctorado en Educación por la Universidad Humanista de las Américas. Periodista, catedrática, comentarista y observadora de los procesos electorales y la vida cotidiana.