Verdades sobre la inflación
El gobierno federal reconoce que tiene un problema con la inflación económica, eso es bueno porque significa el principio para resolver el problema, implica que se buscará una posible solución.
La inflación representa el incremento en el precio de los productos con la consecuente pérdida de poder adquisitivo de la moneda, a mayor inflación menor valor de la moneda circulante.
Quienes nacimos en el siglo pasado sabemos lo que asusta el fantasma del mal manejo en la economía. Los gobiernos populistas de los 70s y 80s en el país llevaron la economía a la banca rota.
Ante el derrumbe en el poder adquisitivo, la solución era aumentar salarios y aquello terminó en un círculo vicioso donde la gente ganábamos millones a la quincena y el banco daba hasta el 170% por intereses en las inversiones.
En mi infancia el dólar costaba $12.50 pesos, así estaba desde los años 50s y hasta fines de 1975, hoy cuesta 21 mil pesos cada dólar, recordemos que Salinas le quitó tres ceros al peso.
El dólar es un referente para entender cuándo se perdió la estabilidad económica; los sexenios de Echeverría, López Portillo y de la Madrid aniquilaron el crecimiento del país.
Quienes vivimos esas décadas nos aterramos porque se pierde el control de la inflación y la economía doméstica naufraga en la carrera del salario contra los precios.
La inflación 2021 rebasó al salario, si bien el aumento al salario mínimo es elevado, la inflación real lo supera por mucho; la cifra de 7.37% reconocida por el gobierno federal es falsa ante la realidad en los bolsillos mexicanos.
Sólo el incremento a la gasolina supera ese porcentaje de inflación. El valor de los alimentos es insultante. Olvidemos el concepto de canasta básica, es un contrasentido usarlo, en el discurso oficial federal quieren mejorar la calidad de vida de los pobres, pero, les dicen que están condenados a comer arroz, pastas, frijoles, huevos y tortillas.
Las industrias de la construcción y de venta automotriz son indicadores claves para determinar la estabilidad y crecimiento de la economía.
La gente construye o compra casa sólo cuando tiene superada la necesidad de alimento y vestido, sino, se amontonan con un pariente y hacen de un cuarto la vivienda de una familia completa.
El costo de la construcción se disparó, las viviendas sufrirán incremento, el albañil que “pega” un cuarto en las casas donde crece la familia y el empresario viviendero, todos verán paralizada su fuente de trabajo...
...esto anticipa una recesión.
Los valores de los automóviles han incrementado en el actual sexenio entre un 10 a 15% entre un año y otro. Los modelos 2019 de cualquier marca, han subido entre un 20 y 25% para los modelos 2022.
Estamos en lo que expertos llamarían una espiral inflacionaria. Los costos de los productos aumentan y por consiguiente el valor de los mismos se eleva al consumidor final; claro, este consumidor debe redoblar esfuerzos para adquirir los bienes o servicios que demanda.
Desde los 70s a esta fecha, las familias debieron “apretarse el cinturón”, disminuir su calidad de vida, casi se extingue la llamada clase media, los aspiracionistas.
Se normalizó que ambos cónyuges laboraran fuera de casa, a esa incorporación se sumaron los hijos mayores quienes aportan a la economía familiar. Cuando no se completó en los hogares con el salario de tres o cuatro de sus miembros, se doblaron turnos.
A este momento no hay cómo apretar más los cinturones, urge que el gobierno contenga la inflación y controle precios.
No es maltratando al sector productivo como se resuelve la inflación.