Claudia, presidenta

Eloy Garza DETONA hoy: Claudia Sheinbaum, 61 años, científica, nacida en la CDMX, es la próxima presidenta de México.

Es la única de las ocho mujeres que se han postulado a la Presidencia de México y logró su cometido.

Que nadie le escatime el adjetivo de hazaña histórica.

Claudia Sheinbaum es la segunda de tres hijos de una familia de clase media.

Sus padres y ella misma participaron en las protestas estudiantiles de 1968; aprendió a tocar guitarra, remo y ballet.

Le gusta alardear que nunca ha ofendido a nadie ni inventado apodo a ninguna persona.

Su ídolo, además del previsible López Obrador, es Raúl Álvarez Garín, a quien conocí bien y murió en 2014.

Álvarez Garín vinculó a Sheinbaum con Valentín Campa, líder del Partido Comunista Mexicano.

Subrayo que ni Álvarez Garín y menos Valentín Campa fueron ideólogos fanáticos.

Los caracterizaba una apertura de criterio y un sentido común que contrastaba con los comunistas enfermos mentales.

Se sabe que es rigurosa y exasperantemente disciplinada.

Ese rigor lo aprendió en la Facultad de Ciencias de la UNAM y en la Maestría en Energía, de la que se recibió con una tesis de Energía en iluminación.

Tiene el grado de doctora en Ingeniería Energética.

Se fue a EUA 4 años y regresó como investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Nadie menciona, extrañamente, que Claudia es experta en estudios de cambio climático.

Transpira autoridad y no suele celebrar chistes fáciles.

“La Doctora” (como se refieren a ella sus allegados por respeto a su grado académico) suele recabar datos duros, pedir opiniones sin adornos retóricos.

Luego, en soledad toma la decisión definitiva.

Ese aspecto se refleja en "Claudia, El Documental", que dirigió su hijo cineasta Rodrigo en 2023.

La ansiedad, ese mal que suele afectar a los políticos jóvenes y viejos, no forma parte de su vocabulario personal.

Su adversaria en la pasada contienda la tildó de “Dama de hielo”. 

Presiento que esa acusación llevaba implícita un reconocimiento.

Por lo general, en México se gobierna con pasión, obviamente con corrupción de forma patrimonialista y nepotista y se carece de indicadores y precisión analítica.

Estas dos últimas cualidades, me dicen, definen (en su aún no desmontado cuarto de guerra) a Claudia Sheinbaum.

Aludo ahora a la contraparte, a sus asegunes y flagrantes desaciertos.

Tanto pragmatismo para ganar una contienda presidencial era innecesario cuando su victoria estaba cantada desde un principio por las casas encuestadas más serias.

Su partido postuló a varios candidatos con las manos manchadas, algunos de lodo.

Este pragmatismo se entiende cuando un movimiento está en formación y apenas está a la búsqueda del poder. 

Pero Morena ya controla la mayoría de las gubernaturas, va a gobernar un segundo sexenio y ya era hora para que su instituto de formación de cuadros hubiera preparado a nuevos líderes de izquierda.

Una izquierda moderada, de corte europeo que mantenga un Estado benefactor a partir de una reforma fiscal de fondo, más cercano al ideario del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que al propio AMLO.

Lo que sigue es recomponer Morena desde sus cimientos.

No puede quedarse como está, hay indicios de vínculos en algunas zonas guinda con el crimen organizado y prácticas corruptas que urge erradicar.

Si algunos bandidos le sirvieron en campaña serán desechables durante su gestión gubernamental.

Felicidades a la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Eloy Garza

Es abogado, maestro en Letras por la UNAM y máster en Tecnologías de la Información por la Universidad Oberta de Cataluña. Escribe para diversos medios de comunicación.