Falso amor, falso abandono
En el vaivén implacable de la vida, te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente.
Con tus puestas de sol y amaneceres, me alejo, sembrando tu confianza en un mundo que desafía lo imposible.
Te dejo junto al mar, descifrando mi ser en soledad, ya sin mis preguntas a ciegas ni mis respuestas fragmentadas.
Me alejo dejándote frente a un mar ficticio, símbolo de lo que nunca fuimos, mientras intento descifrar mi ser en soledad.
Ya no quedan preguntas sin respuesta ni respuestas a medias.
Mis dudas, frágiles y lacerantes, nunca te pertenecieron realmente.
Abandono la ilusión falsa que me envolvió, aunque aún no abarco del todo la experiencia de este amor inventado.
Pero no puedo creer del todo en tu aparente abandono.
Persistiré dentro de ti, en los rincones menos esperados: quizás en un libro antiguo cuyas páginas asienten solemnemente; o en un horizonte distante, más allá del tiempo, en el rastro del tacto, en las sombras que proyectamos.
En la calma melancólica de mi océano interior, reflexiono sobre los amores que es mejor dejar atrás antes de que nos despedacen, pues no todos merecen sacrificio alguno.
¿Qué define el amor verdadero? Es aquel que reconoce nuestras cicatrices y nuestras fortalezas, que nos distingue del resto del mundo.
En el silencio nocturno, cuando el mundo se adormece y la mente se despierta, encuentro mis pensamientos atados a ti sin remedio.
Tu presencia se ha convertido en una adicción que consume mis días y noches, aunque en tus ojos, nuestra relación nunca existió.
Cada día, tu imagen persiste como un eco incesante en mi mente, negándose a desaparecer.
Anhelaba un encuentro de miradas recíproco, deseando que compartieras los mismos sentimientos que me consumen.
¿Soy la única atrapada en este trance, anhelando tu presencia en cada momento despierto, sosteniendo mi teléfono en la oscuridad en espera de escuchar tu voz y tus pensamientos dulces?
En este conflicto entre el fuego del deseo y el peso del remordimiento, me encuentro inmersa en una batalla interna.
Lamento profundamente el dolor que me causas y la pena de amarte, sabiendo que hoy resulta en sufrimiento.
Me avergüenza haber entregado mi amor tan intensamente.
Recordarte es revivir la coraza en la que me refugié, consciente ahora de las oportunidades perdidas.
Me pesa haber callado tanto tiempo con tanto por decir.
Es una sensación extraña sentirme repentinamente insignificante ante ti, como si me observara desde la sombra de tus pasos.
Las palabras hirientes que pronunciaste esta mañana fueron una catástrofe inminente en mi corazón.
Tu amor falso, tu abandono simulado, resonando como una farsa en mi universo desmoronado.
Sí, tu falso amor, tu falso abandono.