JEP: la sombra del buitre
Hace poco recuperé del olvido el libro de José Emilio Pacheco, Tarde o temprano (poemas 1958-2000), editado por el Fondo de Cultura Económica, recopilación de la obra poética del escritor y periodista.
La reciente lectura de sus poemas refrendó la admiración al autor de la columna Inventario, la sigla JEP como modesta firma, en el suplemento cultural Diorama de Excélsior y en Proceso.
Los poemas de Pacheco, más cerca de la tierra que de lo celeste, miran al hombre inserto en el mundanal ruido (oh, excelso Fray Luis de León), desnudan a falsos profetas y exhiben a cínicos ambiciosos del poder.
Hace más de 20 años, en la percepción de Pacheco prevalecía el pesimismo y hoy, luego de efímera esperanza, más temprano que tarde le da la razón.
He aquí una muestra de la vigencia poética de José Emilio, fallecido en 2014:
Ritos y ceremonias
- "Hay un hombre que ha dejado de ser indefenso y falible.
- Ahora es el rey. No se parece a los mortales. La adulación
- edificó en su interior una estatua
- y él se siente como ella.
- De mármol es su carne
- Y las palabras salen de su boca
- ya fijadas en bronce.
- En lugar de vivir,
- escribe con sus actos su biografía.
- El cortesano
- le dice en voz muy alta o en susurros: ‘Señor,
- eres el sabio, el justo, el infalible, el más fuerte.
- Y cuanto haces lo bendice tu pueblo.
- Tú jamás te equivocas, y si no aciertas
- aplaudiremos tus errores.
- No escucharás
- la ira de la turba ni el rezongo amarillo
- de la impotencia y de la envidia. Permítenos
- gozar el resplandor de tu corona.
- Que nos envuelva tu manto
- en el poder que es como el fuego sagrado.
- No pienses
- que muchos sufren por tus decisiones.
- ¿Acaso has meditado
- en los animales que dan
- su carne a tu banquete
- o en los árboles
- que fueron destruidos para hacer el papel
- en que se estampan tus decretos?
- ‘Mañana serás polvo y error. Sobre ti
- descenderá el granizo de las condenas,
- la flecha incendiaria
- de las ballestas enemigas.
- Pero no importa: eres el rey,
- tuviste, tienes
- lo que cien mil disputan y uno solo conquista.
- En ti adquiere hueso y carne el poder.
- Disfrútalo
- porque sin él no serías nada.
- No serás nada
- cuando el poder, que también es prestado
- y no se comparte,
- salga de ti,
- encarne en otro y de nuevo
- seas como yo,
- el indefenso, el falible,
- el cordero entre zarzas que mira el trono
- y ve cernirse contra él y su pueblo
- la eterna sombra indestructible del buitre."
Este artículo publicado en Milenio, DETONA aquí con autorización de su autor.