La decepción ciudadana
Preocupa su manera frívola de trabajo. Una oficina ejecutiva habilitada como guardería. A la Secretaría de Participación Ciudadana, la doctora Ximena Peredo Rodríguez, se encuentra jugando tiempo extra.
Disimula actividades. Llena su agenda con citas y proyectos de polvo. No escucha. Solo habla. Esa ha sido su manera de someter a todos aquellos frágiles de pensamiento profundo.
Lo hizo como editorialista del grupo Reforma. Copia mal lograda de su mentora Rosaura Barahona. Ambas, por lo menos así aparentaron, en señalar causas justas.
Ximena debió hacer carrera dentro de la parte científica y académica. Descalificada de entrada, para cualquier puesto o cargo público. Ni siquiera para la diputación local, donde los votantes, sus vecinos, le dieron la espalda.
Sus gustos personales, aficiones, pasiones juveniles y de cientos de cadáveres en el armario, no resisten una investigación periodística con rigidez. Lo desconoce su protector Samuel García.
Ahora incluso, cuando está por vencerse el plazo para aportar pruebas, donde se dañó, destruyó y exilió la carrera de un reconocido escritor, docente y promotor cultural.
Ximena acompañó en dichos a la señorita Priscila Palomares. Antigua estudiante del sistema Tecnológico además de novelista con desplantes de pornógrafa alienada.
El peso legal, eso es seguro, para ambas, corre por cuenta del aparato estatal y de la secretaria.
Su defensa es imposible. Actuó de mala fe. Llevada por ese mismo carácter revanchista, distante al feminismo racional. Las bravatas de Ximena Peredo Rodríguez solo son inclinaciones para poner en picota a los ingenuos.
De no comprobar sus dichos con certezas, el sistema Tecnológico deberá pagar 20 millones de pesos como compensación.