La incertidumbre, el pesimismo y el futuro
Incertidumbre y pesimismo se encuentran íntimamente vinculados y en nuestra evolución nos han llevado a estar más atentos a las señales negativas o de riesgo para aumentar nuestro estado de alerta y estar preparados para superar los problemas de corto y mediano plazo.
Nadie puede controlar o dominarlo todo, sin embargo el poder siempre buscara reinar sobre todo y todos.
Hoy vencer a la incertidumbre se convierte en algo más complejo ante la manipulación del pensar colectivo mediante la administración de la información produciendo sesgos y falsas creencias.
El pesimismo defensivo es una estrategia cognitiva que consiste en anticipar resultados negativos para prepararse emocionalmente para el fracaso.
Las personas que adoptan este mecanismo psicológico se centran en el lado negativo de las situaciones futuras y establecen expectativas bajas, independientemente de su desempeño en el pasado.
El poder lo sabe y por eso lo explota.
- El pesimismo no es el producto de un espíritu depresivo, como tampoco el optimismo es una representación alegre de la elusiva realidad.
- Para John Stuart Mill, por ejemplo, siendo un hombre azotado por la depresión, era un optimista incurable. Creía en el progreso y en las promesas del futuro.
- El pesimista, por más que busca, no encuentra ese futuro.
- Frente a quienes sueñan con lo mejor, él teme la aparición de lo siniestro.
En todos los espacios colectivos pesimismo y miedo (emociones) se acompañan y de ahí la fuerza manipuladora del poder activo real.
En la más cruel de las ironías, los seres humanos que viven alejados de la información viven con más tranquilidad y menos ansiedades respecto al futuro, aunque en ocasiones “el rumor” nos alcanza a todos.
Por ejemplo, hace un par de días el sitio Euro News publico una noticia para impactar y deprimir, más por la fotografía central en la misma, que muestra a una niña de algunos 10 años de edad apuntando una ametralladora MP5.
La nota en cuestión nos hace saber que el gobierno de Polonia ha introducido lecciones obligatorias de "Educación para la Seguridad" para los niños en las escuelas, que incluyen entrenamiento de tiro y primeros auxilios básicos. [https://es.euronews.com/my-europe/2024/12/26/polonia-introduce-la-formacion-obligatoria-sobre-armas-para-los-ninos-en-las-escuelas].
Es inevitable que resuenan los ecos del 1 de septiembre de 1939 cuando Hitler invadió aquel país (por cierto vecino de Ucrania) contando con la complicidad de Rusia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial.
La experiencia polaca dejo enormes huellas y Polonia anuncia con esta medida que estará en guardia.
Hoy por hoy los sucesos y proclamas intimidantes de los lideres mundiales no han hecho sino despertar un profundo pesimismo hacia el futuro en el mundo.
En una absurda coincidencia ni cien años han pasado y vuelve a imperar el expansionismo territorial destilado de las añejas monarquías gobernantes del Siglo XIX.
El frágil orden mundial derivado del fin de la segunda guerra está de nuevo bajo tensión y se empiezan a velar armas, como el caso de Polonia.
Grandeza y miseria forman la paradoja que está en el centro de la historia humana y que motiva no pocas veces un espíritu de escepticismo en todos los órdenes.
En nuestra época, por ejemplo, la fascinación por la ciencia y la tecnología, signos de la grandeza humana, va a la par con un desprecio absoluto por la dignidad humana, no causada por aquéllas, sino por la omisión o la comisión de actos inenarrables con o sin ellas, o hasta en nombre de ellas.
No obstante, los seres humanos comunes, los que hacemos el mundo, no tenemos derecho al pesimismo porque anularíamos nuestra capacidad para diseñar futuros mejorados.
No cabe duda que las miserias humanas que hoy dirigen los gobiernos son un lastre, un peso muerto, creado por los “perros rabiosos que nos acompañan en nuestras mentes” según Plutarco, y que debemos dominar para seguir adelante.
El mundo cambia aceleradamente y los problemas se acumulan.
Las consecuencias de la guerra y la violencia en general están siendo dramáticas para las economías europeas y de Oriente Medio en términos de inflación y crisis general.
La resignación y la apatía se extienden por el mundo como una mancha de aceite.
El pesimismo lo invade todo. «No se puede». «No hay salida».
La esperanza no surge de la nada, nace de las luchas cotidianas, de los quehaceres diarios, de la política como proyecto y voluntad colectiva.
“Donde hay peligro, crece lo que nos salva”, (Hölderlin, Patmos), tuvo razón el hombre que nunca se equivocó..
Inspirar el pesimismo defensivo, tanto como el optimismo irracional son estrategias cognitivas para manipular el pensamiento colectivo.
- Es imposible crear un futuro en el que no se cree.
- Es imposible aprovechar oportunidades que no se aprecian.
- Cuanto mejor sea nuestro entendimiento de la realidad mejores decisiones tomaremos.
Y mejorar la visión de la realidad requiere trabajar dos aspectos: eliminar sesgos cognitivos, y construir buenos modelos mentales.
Uno de los sesgos cognitivos más comunes: el sesgo negativo.
Nuestros genes están diseñados para priorizar la supervivencia en el presente, no para aprovechar las oportunidades del futuro.
Son muy sensibles a cualquier tipo de amenaza.
Nuestros ancestros podían dejar pasar muchas oportunidades sin consecuencias negativas (siempre hay un nuevo animal que cazar), pero ignorar un solo ruido en la maleza podía significar el final.
Nuestra mente esta pautada para prestar más atención a lo negativo que a lo positivo. Cuando vivíamos en un mundo salvaje, esta estrategia tenía sentido.
En el mundo actual, es una fuente de problemas y ansiedad.
Los medios explotan constantemente nuestro sesgo negativo. El miedo vende.
Las noticias que alertan de catástrofes captan nuestra atención más que las noticias positivas.
Ninguna ONG ha recaudado mucho dinero mostrando que las cosas están mejorando.
Durante siglos, los pesimistas han acaparado los titulares, a pesar de que los optimistas han acertado con más frecuencia.
Cuando pienso en el futuro, cada vez me preocupa más la ubicuidad de la informática en nuestras vidas y el hecho de que nuestra total dependencia de ella nos esté haciendo vulnerables de un modo que muy pocos de nosotros somos capaces siquiera de entender.
Las actuales interdependencias y complejidades sistémicas son enormes y aumentan sin parar.
Sin embargo, existen individuos y grupos que les están hallando sentido e innovan a tiempo real, en detrimento de todos nosotros.
Ésta es su historia, la historia del crimen organizado, de los hackers o piratas informáticos, de los gobiernos corruptos, de las entidades estatales y de los terroristas que compiten por controlar las últimas tecnologías en beneficio propio.
La utopía tecnológica prometida por Silicon Valley tal vez sea posible, pero no aparecerá por arte de magia. Será necesario que ciudadanos, gobiernos, empresas y ONG inviertan en ella una dedicación, un esfuerzo y una lucha tremendos para garantizar que llegue a buen puerto.
Ha dado comienzo una nueva contienda entre quienes aprovecharán la tecnología en beneficio de la humanidad y quienes prefieren subvertir esas herramientas, al margen del daño que provoquen al prójimo. Estamos ante una batalla por el alma de la tecnología y su futuro.
Se propaga en el fondo, de manera encubierta y oculta del ciudadano corriente.
Tampoco el optimismo irracional es la respuesta, este solo es una actitud que se caracteriza por negar la realidad, ignorar los riesgos y confiar en que todo saldrá como se quiere, sin tener en cuenta las evidencias, los datos o las probabilidades.
También se le conoce como "exuberancia irracional".
Para evitar el optimismo irracional, es importante ser crítico y prudente.
Se debe tener en cuenta factores como la tendencia, la demografía, la liquidez, la regulación, y la tolerancia al riesgo.
Tanto Trump como Putin y demás del miembros del “Club del Poder” son expertos en el arte de la intimidación y hoy tienen al mundo esperando por un nuevo orden de las cosas en el mundo, pero este solo se dará cuando la ética vuelva a ser la guía de toda acción, del mismo modo tendrán que concluirse todos los débiles arreglos de infinidad de conflictos pasados pero que continúan vivos, y finalmente cuando se jale a los países más pobres hacia mejores niveles de bienestar, respeto y dignidad.