Llamémoslo exterminio
De poco ayudó en lo primero el recorrido a rancho abierto del jueves.
Más que de los periodistas, la autoridad requería un beneplácito de las organizaciones de buscadoras, no lo obtuvo, al contrario.
Lo segundo no es menos complicado, porque si el rancho de una hectárea no fue un centro de exterminio, ¿qué fue?
El sábado pasado dimos cuenta aquí del ejercicio de la FGR que calculaba un mínimo de 587 fosas comunales descubiertas en México entre 2006 y 2023.
Dijimos que era una tragedia tan grande que nadie había podido medirla bien, y que las autoridades no tenían idea de cuántos campos de exterminio hay en el país.
Hoy nos piden que al número que sea, le restemos uno, porque Teuchitlán, pese a las evidencias, no lo fue.
¿Cómo referirlo entonces?
Quizá como un infierno de Quevedo, en donde los pecadores, en el número que sean, van apareciendo en forma caótica.
Hasta su exterminio.
Todos los caminos conducen a la palabra exterminar.