Los cuartos de la ira
El carácter recio, reactivo ante cualquier insinuación, somos bomba de tiempo.
La música serenaba el espíritu inmundo del rey hebreo Saul.
Cada momento de la posesión, en el libro de reyes, conduce a la caída posterior a consultar a una adivina.
Debía David, con el canto prodigio, completado con la armonía, a dispersar los pensamientos homicidas.
Luego, con mayor fiereza, el pobre muchacho, quien heredaría el poder, según la tradición talmúdica.
Más de tres ocasiones pudo salvarse de ser acetado por Saúl.
En nuestra comunidad tan ennegrecida confunden la fama, el éxito, el poder con subproductos de poca elegancia.
Escorts y sexoservidoras viajan en el mismo carril de las influencers.
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Por supuesto, les soltamos las tabletas y ahora en los chats, tienen acceso a conversaciones superiores a su edad.
Reciben de adultos pseudo protectores, consejos para como definir lo poco claro de su género, aún antes de la pubertad.
Tal vez es el momento, como padres de familia, de aprender a llamar cada tema por su nombre.
Desechar la parafernalia de la indisciplina social.
Por encima de la chancla voladora, solo el cuarto de la ira.
Ese sitio donde los mayores podemos y debemos, por salud personal, acudir a solucionar los problemas interiores.
Luego, como si nada, escuchar cualquier disco de Opeth.
Nos sentiremos mejor, de eso no le quede duda.
Al guerco o la guerca chiflada y sobre protegida, una buena dosis de sentarlos contra la pared por una hora.
Pensar como actúan.
Los hechos irrefutables y las consecuencias.
Es el mejor medicamento.