Traigo una mortificación que no me deja domir
Muy buenos días mi estimado Brother Plácido.
Me despertó el golpe del Dios de Orín, y difícilmente voy a volverme a dormir, porque aparte traigo una inquietud rondándome, y muy metida en la mía cabeza, que le ha dado por mortificarme y quitarme el sueño de unos años para aca.
Tengo trabajo a las 08:00 hrs. y son las 05:48, a ver si acabo.
Ha habido y han existido mujeres norestenses, que sin duda han contribuido a engrandecer y glorificar esta zona de nuestro País, y cuya actividad vital ha sido sostén y columna de los logros político económico y psicosociales en el avance, desarrollo y riqueza de nuestras gloriosas tierras.
Traigo una hipótesis (diferente a teoría), zumbándome la mente por un buen tiempo:
¿En que contribuyó la señora Claudia de la Garza para que su hijo el general Francisco Naranjo de La Garza alcanzara los niveles de gloria militar que obligaran a la raza en el poder, a agregarle a la ciudad (por decreto), de Lampazos, el apellido de Naranjo tan conocido y afamado, por ser tierra de próceres hombres y mujeres?
Pues, va la hipótesis novelada:
Resulta que por allá por 1860, el maremagnum de la actividad política en el noreste de México se encontraba a punto de llegar a un clímax, producto de la participación de gente tan versátil como Benito Pablo Juárez García y el General José Santiago Vidaurri Valdéz entre muchos otros personajes históricos, de ésos tiempos aciagos de la reforma y la invasión francesa.
Pues, según chismes y de lo visto, oído y andado, llegaron a mi poder, noticias de que, reclamos airados y amenazas de parte del General Santiago Vidaurri fueron proferidos en arranque de resentimiento y rencor hacia el General Francisco Naranjo.
Y y tales hechos llegaron al conocimiento de la señora madre del General Francisco Naranjo de La Garza, quien, ni tarda, ni perezosa, en la más limpia y libre expresión de su derecho de idem, le escribió una carta al General Santiago Vidaurri en la que le reclamaba y advertía al General Vidaurri de que se anduviera con cuidado en el trato con su hijo, porque luego no se la iba a acabar.
Que le pensara dos veces, por lo que le podía pasar si se metía con los Naranjo, gente del mismo pueblo, a pesar del rango y la posición de gobernador del General Vidaurri.
Le mandó decir que ella sabía como resolver atinadamente ese tipo de problemas y que se cuidara de que algo le pasara a su hijo.
La historia cuenta lo que ocurrió un poquito antes y un poquito después.
O sea que la reforma de Juárez y compañía (porque no andaba solo) cristalizó y los franceses fueron expulsados de nuestro País junto con Maximiliano y traidores a la patria que lo acompañaban.
Gracias también a los recursos económicos y ecuestres aplicados por el General Francisco Naranjo de La Garza y su gente, que se reflejaron en las cargas de caballería de Parras y Viezca, Coahuila y en otros lugares de Tamaulipas, de donde echó en corrida a despavoridos franceses y zuavos qué los acompañaban.
Cada año se celebra en Lampazos una cabalgata alrededor del 12 de noviembre en la que se pueden admirar descendientes de aquellos caballos que tanto temían los invasores franceses.
Por lo pronto, los dejo para dormirme otro ratito.
Si encuentro la carta, les aviso.