Vicisitudes sobre el arca de Noé
Grandes personajes de la historia lograron muchas de sus hazañas gracias a las lecturas que hicieron del antiguo testamento de la Biblia, incluyendo a Alejandro Magno, a Julio César, a Jesús, a Napoleón Bonaparte, y a Winston Churchill.
En todos los capítulos del antiguo testamento se habla de heroísmo, de perseverancia, de paciencia, de entrega, y de sabiduría, pero quizá, por su magnitud, la historia del arca de Noé, es uno de los más relevantes.
A Noé la Biblia le dio el adjetivo de hombre justo, mismo que utilizó Israel para nombrar a los seres humanos que ayudaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Lo que más me interesa destacar en el presente ensayo es el comportamiento de la humanidad en la época de Noé, el mismo de siempre:
Por creer que era una locura que caería un diluvio universal en la Tierra por la abusividad corrompida que hubo, y por declarar demente a Noé, a nadie se le ocurrió, al ver a Noé durante décadas construir un arca de madera de dimensiones sumamente notorias.
Construir también barcos, o aunque sea, lanchas, igual de madera, por la mínima posibilidad de que lo del diluvio fuera cierto, y de que Noé tenía la razón.
Así siempre ha sido la humanidad, repito, durante toda la historia los más grandes cambios siempre han presentado resistencia humana.
De alguna manera, comprensible, solo por mencionar un ejemplo, el de Galileo Galilei, considerado también demente por demostrar que la Tierra gira alrededor del sol, excomulgado por la iglesia católica, y finalmente perdonado por el Papa Juan Pablo II.
Nadie ha podido cambiar a la humanidad hasta ahora, y, desafortunadamente, todos los grandes cambios que han podido salvar al mundo, sobre todos los que se presentan en manos de una sola persona que inicialmente consideran demente, llegan demasiado tarde.