Alicia Bárcena, acotada en la SRE
El frustrado aspirante a la candidatura presidencial de Morena se abstuvo de entregar personalmente la oficina a Alicia Bárcena, quien no era la favorita de Ebrard para sucederlo, y dejó la responsabilidad de la entrega-recepción a la subsecretaria del ramo, Carmen Moreno, en calidad de encargada del despacho, el pasado 14 de julio, apenas 48 horas después de su dimisión.
En el piso 22 de la sede de la SRE, la nueva secretaria Bárcena se encontró en su despacho con escaso presupuesto para enfrentar los compromisos contraídos por su antecesor, con numeroso personal de confianza ebrardista sin renunciar, tanto en la secretaría como en embajadas y consulados, y con el descontento generalizado de los diplomáticos de carrera, injustamente desplazados por el ex canciller.
Ahora, los nombramientos de Bárcena en puestos de alto nivel han sido para diplomáticos de carrera, lo cual es justo reconocer.
La sucesora de Ebrard corría el riesgo, ahora lejano, de enfrentarse a quien podría ser el próximo presidente de la República, si afectaba los intereses de su grupo en la SRE, lo cual hizo parcialmente.
Además, Ebrard no hizo nada por negociar el aumento del gasto programable de la secretaría para el año próximo, cero por ciento de incremento, al fin que él ya se iba.
En la administración pública, la responsabilidad recae en la nueva administración de Bárcena de las faltas anteriores si no las impugna, pero a pesar del magro presupuesto, ya se normalizan los movimientos pendientes de traslado de los diplomáticos, conforme al programa anual de rotación.
Con toda razón, el personal de carrera ha estado molesto por las demoras en los traslados con los correspondientes menajes y la falta de ascensos en el escalafón diplomático.
El poco tiempo del que dispone la canciller corre en su contra.
Los problemas heredados son ahora suyos, e injustamente adjudicados a su propia responsabilidad, si no los resuelve pronto.
Algunos leales colaboradores de Ebrard, como la ex subsecretaria Martha Delgado, se fueron a la precampaña pero la mayoría sigue aferrada a la nómina, pues no parecen estar muy convencidos del lema de su exjefe: “¡Sonrían, todo va a estar bien!”
Uno de los más estrechos colaboradores de Ebrard, Roberto Velasco Álvarez, actual jefe de la Unidad para América del Norte y antes vocero, prefirió continuar en el cargo con la nueva canciller, antes de sonreír y apoyar a su antiguo protector, cuando jamás hubiera soñado tener dicho cargo sin el respaldo de su amigo.
Va a ser complicado para Alicia Bárcena concluir su gestión con éxito acotada por los ebrardistas vergonzantes y por las designaciones presidenciales en embajadas que no obedecen a un proyecto serio de política exterior, sino a consideraciones frívolas.
La subsecretaria Moreno, a los 85 años, está haciendo maletas para irse de embajadora a los Países Bajos, atendiendo su solicitud de mantener a un familiar cercano, cuando se debió retirar a los 65 años, según la ley.
El senador Héctor Vasconcelos, a los 78 años, añora su infancia en Nueva York, y por ese íntimomotivo será nombrado embajador ante las Naciones Unidas, aunque carezca de experiencia en la compleja diplomacia multilateral.