La SRE está hecha un desastre

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) siempre ha tenido altibajos en el transcurso de los sexenios, pero ahora se encuentra en uno de sus peores niveles.
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Para Marcelo Ebrard Casaubón, la SRE representa un trampolín político para proyectarse como candidato a la presidencia de la República mientras descuida responsabilidades inherentes a su cargo.

Como si fuera experto en salud, el jefe de la diplomacia compra vacunas por todo el mundo, quizá pensando en 2024 y en el pueblo agradecido que votará por él.

No hay día que pase sin difundir quién sabe cuántos millones de vacunas que ya fueron negociadas, que ya vienen en camino o que ya llegaron al aeropuerto para tomarse la fotografía.

Pero el tiro le podría salir por la culata.

Mientras Ebrard "salva" a México de la pandemia, la SRE zozobra en una política exterior sin rumbo: un día nos peleamos con Joe Biden, al otro día nos reconciliamos con él.

Justo cuando se requiere reforzar la relación con Estados Unidos, en medio del cambio de Donald Trump a Biden, Ebrard desaparece la Subsecretaría para América del Norte y degrada a nivel de director general, a cargo de Roberto Velasco, su consentido favorito, el vínculo más importante de México.

En lugar de nombrar aprendices con ínfulas, se necesitan profesionales con experiencia para diseñar una estrategia que concilie agendas divergentes entre México y Estados Unidos en temas como:

  • Energías renovables.
  • Cambio climático.
  • Caída de inversiones.
  • Cadenas productivas.
  • Saneamiento en la frontera.
  • Protección a los migrantes.
  • Derechos humanos.
  • ombate al narcotráfico.
  • Desconfianza en materia de inteligencia, entre muchos más.

Mientras se avecina la crisis con Estados Unidos, en la SRE no hay funcionarios capaces para ayudar a solucionarla:

  • Demandas laborales de empleados locales.
  • Cumplimiento de compromisos ambientales.
  • Competencia desleal.
  • Aranceles comerciales.
  • Caída de inversiones.
  • Control militar de la migración.
  • Control de armas.
  • Embargo del camarón por la extinción de la vaquita marina.
  • Cuotas compensatorias al tomate, al azúcar y a los arándanos, etc.

En tanto los problemas a resolver son graves y complejos, el equipo de Ebrard se pelea en luchas de poder y de ambición para competir en las preferencias de su admirado jefe.

Salió quien fuera su incondicional Jefe de Oficina, Fabián Medina, acusando a la influyente subsecretaria Martha Delgado por “corrupción de vacunas”.

Poco antes, renunció el brazo derecho de la subsecretaria Delgado, Javier Jileta, acusado de abuso de funciones por facilitar la vacunación clandestina a personas no autorizadas.

La administración de la Secretaría también es una calamidad.

Ebrard no paga a tiempo la ayuda a las pensiones de los diplomáticos jubilados y tiene parado el escalafón desde hace más de dos años por no convocar a exámenes de ascenso.

En cambio, sí está muy activo en nombrar a parientes de políticos, amigos personales y recomendados del Presidente como Susana Monreal Ávila, en San Antonio, hermana del senador Ricardo Monreal Ávila; a Adrián Michel Espino, en Barcelona, quien fue su oficial mayor en el Distrito Federal y a la periodista Isabel Arvide Limón, en Estambul, quien ayer escenificó otro escándalo, entre otros nombramientos políticos.

La SRE está hecha un desastre.

Será una labor titánica reconstruirla, pero el problema de fondo es restaurar el prestigio internacional de México. 

Artículo publicado en Milenio con autorización de su autor.

Agustín Gutiérrez Canet

Periodista y Embajador de México en retiro. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Diplomático de carrera, representó a México como embajador en Rumania (2013-2016), en Finlandia, concurrente en Estonia (2008-2013) y en Irlanda (1995-1996). Fue cónsul general en Hong Kong y en Macao (1991-1995), ministro y jefe de cancillería en España (1989-1991), consejero en Italia (1985-1986) y representante alterno ante la FAO en Roma (1986-1987). En la Secretaría de Relaciones Exteriores fue director general de Comunicación Social (1982- 1985) y subdirector general de Prensa Extranjera (1980-1982). De 2003 a 2005 fue coordinador de Información Internacional en la Presidencia de la República y director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (1998-2002).