Basta de intromisiones
Bien. Muy bien.
Le reconocemos al presidente argentino Milei la prohibición del lenguaje inclusivo en las oficinas de gobierno.
Apuntala el regimiento al uso correcto del lenguaje castellano.
En ninguna dependencia, ni los oficios ni los discursos mencionan la destrucción deleznable de nuestra lengua materna.
Ejemplo a copiar en todos los países del habla de Cervantes.
No por mucho incluir se libera más temprano.
La alimentación de vocablos en nuestra muestra ya es la sumatoria de muchos.
Desde el griego, antes el fenicio, el latín vulgar, el árabe, el hebreo, los americanismos, germanismos, galicismos e incluso del inglés contemporáneo.
Donde tenemos pochismos en parquearnos en la troca o pedir chance para jugar en un partido de futbol a media calle.
Milei ha puesto el dedo en la llaga.
Como también meses atrás, antes de despedirse del diarismo, lo hizo Mario Vargas Llosa.
La real academia de la lengua española e incluso muchas de las academias nacionales, observan y estudian esas formas de distorsión del lenguaje.
Incluir o excluir marca claramente los límites de una idea en proceso de conformación.
Sería como si estallara la tercera guerra mundial.
Encontrarán, como muestra del castellano, la versión de la norestense SexyVaguita, desde los barrios bravos pegados al Cerro del Topo Chico.
Aquella chica con una violencia verbal y un lexicón colmado de agravios contra el mismo género femenino.
Nos imaginamos un estudio semiótico sobre los signos de la joven y de sus acompañantes.
Suena a vacilada. Y eso es.
Bien por Milei.
Ejemplo para los defensores del lenguaje. Solo eso.
Mientras su patria sufre la pobreza económica y moral.