Crisis de liderazgo. Episodio 1
El 24 de febrero, acudí al evento de inauguración del “Instituto de Humanismo y Gobierno” (cuyo objetivo no voy a mencionar aquí), invitado por su director fundador Javier de la Garza Vidal.
Además del mensaje del director mencionando la importancia y objetivos de este instituto, me sorprendió la interesante conferencia magistral del Dr. José Antonio Lozano Díez, el cual habló un tanto pesimistamente de los grandes cambios que está viviendo el mundo y que parecen irreversibles, constituyendo una nueva etapa de la historia mundial, en los valores y el comportamiento de la sociedad en todas las edades.
Uno de los puntos que más me llamó la atención, fue la aseveración siguiente:
Afirma además que los países de mejor nivel de vida y progreso en el mundo son los que tiene mejores líderes.
Yo agregaría que no los que tienen mejores políticos, pues no es lo mismo poder que liderazgo.
Los políticos llegan a puestos relevantes por popularidad y promesas fabricadas por sus directores de campaña y no necesariamente tienen un auténtico liderazgo.
Los líderes jalan a la gente con ejemplo, valores y resultados demostrados.
Entonces usualmente llegan al poder seudo lideres que se manejan con amenazas, la fuerza bruta, engaños, promesas a sus equipos de apoyo (que muchas veces no les cumplen, como escribió Henry Brooks Adams (1838-1918), escritor estadounidense: “Un amigo en el poder es un amigo perdido”.
¿Por qué los líderes reales de la sociedad, no se involucran en los puestos públicos importantes del país?
¿Será por idiotas?, (Idiota: Del griego idiotes, vocablo utilizado antiguamente para referirse a quién no se ocupaba de los asuntos públicos o política, preocupado tan solo de sus intereses privados).
Yo creo que sí, aunque suene insultante, por “idiotes”.
Los auténticos líderes sociales están hoy enfocados a la creación de riqueza propia y familiar, y a la formación de otros líderes que les sirvan, los cuales desgraciadamente se quedan en los altos niveles privados de la sociedad.
De esta manera dejan el manejo del Estado en manos de los seudo-líderes, que generalmente solo se sirven del país, y frenan el bienestar de la sociedad. Unos más que otros, pero hoy peor que nunca.
Si queremos que México cambie para bien, siguiendo la idea de De Gaulle, debemos evitar que la política siga quedando en manos de los políticos y de seudo líderes.
Tenemos grandes líderes que han generado y distribuidoriqueza, han formado gente, han lidiado con gobernantes de todos tipos y todos los niveles, en otras palabras, que conocen los diferentes aspectos de la vida privada y pública, y podrían fácilmente organizar y dirigir un gobierno.
Decía Plácido Garza, director de Detona, que las elecciones para puestos importantes de gobierno las ganan los candidatos que tienen popularidad y no solo capacidad técnica, y en parte eso se demuestra en la popularidad ganada a base de promesas y mentiras del actual presidente. Tiene razón.
Sin embargo, pienso que, si la popularidad la fabrican los directores de campaña con mucha publicidad, giras de campaña, investigación de las necesidades de cada sector y región del país,
¿Por qué no lo puede hacer cualquier verdadero líder?
Eso lo hizo “El Maquío” Manuel Clouthier, líder empresarial y luchador por la democracia en el México de 1988, que desgraciadamente le costó la vida en 1989.
Sé que esto se logra con las fuerzas de campaña que cuestan un montón de dinero, pero de eso se trata: si se requiere recuperar el país, hay que meterle mucho dinero.
Y no solo de los empresarios y los partidos políticos, sino rompiendo paradigmas y recibiendo (legalmente) donativos del pueblo.
Eso lo hacen en cada campaña política de EEUU cada uno de los dos partidos políticos.
Claro, con el gran inconveniente de que en México no hay mucha transparenciani confianza del respetable en el origen y manejo de esedinero.
Pero ¡¡Come on, wake up!! (como se decía a sí mismo mi hijo tras sus primeras clases de inglés), en México hay una terrible crisis de diderazgo y no se va a componer sola; se debe atacar desde la educación y formación de jóvenes y adultos, pero se debe predicar con el ejemplo.
Repito, la gran mayoría de políticos en el poder no son líderes, sino encantadores de serpientes, y los súbditos los siguen y los obedecen por el poder que ostentan y las dádivas que les ofrecen.
Los líderes que necesitamos son los que tienen los valores necesarios y el conocimiento de las necesidades que afectan el futuro de cada sector de habitantes del país, las leyes que deben respetar y la experiencia para saber cómo solucionarlos, con claros objetivos y planes de corto, mediano y largo plazo.
Además, claro, del reconocimiento de otros líderes y el pueblo votante, reconocimiento que se logra con duro esfuerzo de campaña previo a las elecciones.