Gobierno podrido
La carta es tan reveladora que López Obrador ha utilizado desde ese día las “mañaneras” para desviar más que nunca la atención.
Es un texto que da sentido a la política alcahueta de los “abrazos no balazos”, al saludo de López Obrador a la mamá de El Chapo, a la liberación de Ovidio, pero sobre explica el poder creciente del crimen organizado en este sexenio.
Este es un gobierno podrido.
Ha tejido una red de corrupción, de impunidad y de protección a delincuentes.
La complicidad con el narcotráfico ya rebasó todas las fronteras.
Hoy está en los pasillos de la misma presidencia de la república.
El gobierno de Morena ha entregado el país a los criminales.
Eso explica muchas de las reformas del presidente.
Especialmente la reforma al Poder Judicial.
Ye entendimos.
No sólo se trata de una venganza en contra de jueces y ministros incómodos, lo importante es debilitar a los tribunales para fortalecer al mismo tiempo el poder de la criminalidad.
Digámoslo más claro: Se trata de elegir a ministros, jueces y magistrados que puedan garantizar protección e impunidad a la delincuencia organizada.
Jueces, ministros y magistrados que sería elegidos en urnas de la misma forma como ganó el hoy gobernador morenista de Sinaloa, Rubén Rocha Moya y otros mandatarios estatales en 2021.
Es decir, mediante el financiamiento y movilización de los cárteles.
En la carta de “El Mayo”, el gobernador de Sinaloa, aparece como uno de los principales enlaces entre los grupos criminales y el régimen.
De ahí, que López Obrador, los gobernadores de Morena y la misma presidente electa Claudia Sheinbaum hayan salido rápidamente a defenderlo.
En un país con Estado de derecho y en un gobierno sin vínculos con el crimen organizado la reacción tendría que haber sido otra:
Exigirle al gobernador que aclare su relación con uno de los capos más poderosos y sanguinarios del planeta, que explique el conflicto con el ex rector de la Universidad de Sinaloa, -asesinado en el lugar donde secuestraron a El Mayo-, por qué el comandante de la Policía Judicial de Sinaloa estaba encargado de proteger a Zambada y pedirle al mandatario su renuncia para que se le investigue.
El apoyo de Sheinbaum a un político que llegó al poder gracias al apoyo de un capo, que dice “no ser un pendejo” porque supo arreglarse con él, es una señal ominosa para el país.
Nos dice que la próxima presidenta de México seguirá entregando –por órdenes de López Obrador− poder y territorio a los narcotraficantes.
López ha dado muestras durante cinco años y ocho meses que algo o mucho le debe a los cárteles.
Les ha entregado el control de estados y municipios, ha puesto en sus manos el resultado de las elecciones, niega la producción de fentanilo, ahora también quiere poner a su disposición a jueces y ministros.