¿Inmunidad política de rebaño?
1.
Desde que apareció, hace ya casi dos años, este monstruo llamado coronavirus, que ha acabado con millones de personas en el mundo, se dijo que una posible solución, junto a las medidas precautorias y las vacunas, era alcanzar la inmunidad de rebaño. Esta, también llamada inmunidad comunitaria, ocurre cuando una población se hace inmune a una enfermedad, porque el número de personas inmunes va en aumento, ya porque se contagió, ya porque se vacunó.
Cuando las probabilidades de propagación son bajas se alcanza la inmunidad de rebaño.
2.
¿Podría aplicarse esta expresión a la realidad política del país?
Si partimos de la base que ella se ha caracterizado en los últimos tres años por la polarización, la burla y el insulto, protagonizada por los bandos en disputa del proyecto de nación, creo que estaríamos en la posibilidad de diagnosticar una enfermedad. Y ella ha tenido una manifestación viral muy notoria: la aprobación o crítica del Presidente de la República.
En la primera parte de este sexenio, la mayoría de los mexicanos nos contagiamos de ese virus.
3.
Y es que en las conversaciones familiares y entre amigos, en las comidas de trabajo y en las carnes asadas, en empresas y parroquias, en llamadas telefónicas y WhatsApps, con chistes de mejor o peor gusto, aportando datos estadísticos que justificaban una u otra posición, el tema era uno, recurrente, apasionado, en ocasiones, muchas, visceral, en otras, pocas, racional:
Criticar o aprobar a AMLO y a su gestión, señalar sus errores y aciertos y, lo más importante, invitar a que los interlocutores se pasaran al bando contrario.
4.
Y en tres años esa invitación no se atendió, y la radicalización creció. Pero me parece que algo pasó en las reuniones navideñas y de año nuevo: al menos en las que yo participé no se mencionó el nombre que tanto nos ha dividido.
Quizá por la imposibilidad de vernos el año pasado queríamos aprovechar esta ocasión para desearnos parabienes, o porque tenemos experiencias tristes de festejos anteriores en los que, al calor de los brindis, no faltaba alguien que encendiera la mecha de la discusión con un comentario desafortunado…
5.
… lo cierto es que ahora preferimos alzar la bandera blanca y otorgarnos una tregua en la batalla discursiva.
Pero hay otro elemento que pudo haber influido también en este cese al fuego: la derrota de quien ha esperado un cambio, tanto en AMLO como en sus seguidores y enemigos, y la certeza de que esa mutación no se dará.
Una suerte de paz barata que nos lleva a aceptar lo irremediable, con lo que tendremos que convivir otros tres años: las cosas seguirán igual porque las personas tampoco cambiarán.
6.
¿Estamos, entonces, ante una inmunidad política de rebaño?
Si ella consiste en acabar con la rabia que consumía desde el amanecer a uno y otro lado de la tribuna, si nos permitirá ser más razonables y menos apasionados, bienvenida.
Pero si este impasse se vuelve algo permanente, y el tema político se aleja de nuestros diálogos e intereses, si terminamos con tal desaliento que preferimos abstenernos de participar en aquello que nos compete, la solución resultará peor que la enfermedad.
Que la inmunidad política de rebaño no nos conduzca a la indiferencia social.
7.
Cierre ciclónico.
Y continuando con el tema. Cuando AMLO se contagió de covid por vez primera, escribí que ojalá la infección le sirviera para cambiar su actitud, que se pusiera el cubrebocas e invitara a la población a seguir su ejemplo. No fue así.
Quizá porque piensa que usarlo es transmitir debilidad en su imagen pública, o porque no cree en su utilidad, el hecho es que volvió a contagiarse.
Comprendo que, como líder, siente la responsabilidad de que la población no se apanique, pero también de que no se confíe. En fin. Le deseo una total recuperación.