Inteligencia artificial y ética
Durante las últimas semanas, la agenda pública se ha visto trastocada por el tema de la Inteligencia artificial; desde hace unos años, Microsoft, Meta (antes Facebook) y Google han emprendido una carrera tecnológica por el desarrollo de algoritmos y tecnología pensante no humana.
La inteligencia artificial es una herramienta a través de la cual se diseñan algoritmos, así como complejas funciones matemáticas por la cuales se procesa una gran cantidad de datos para brindar información precisa.
Sin embargo, esta herramienta, que bien puede ayudar a procesar con mayor velocidad enormes cantidades de información, tiene numerosas aplicaciones, derivado de ello se ha puesto en debate su pertinencia, sus alcances y sobre todo los beneficios que pueden reportar dado que su desarrollo mejora conforme su uso se vaya incrementando.
Uno de los temas más inmediatos ha sido el de la sustitución laboral, que supone el uso de la inteligencia artificial en ámbitos de trabajo o profesiones como las vinculadas con la contaduría, las finanzas, la comunicación, entre otros. Situación que ha puesto en alerta y casi en situación apocalíptica el futuro de muchas profesiones y no pocos oficios.
Lo anterior fue alimentado ya que Microsoft, con el desarrollo de un chat de inteligencia artificial que puso a disposición de un determinado número de periodistas e investigadores, destacó el diálogo que sostuvo con un periodista y donde el chat mostraba “voluntad o conciencia” sobre sí mismo.
Sin embargo, más adelante algunos otros ingenieros y programadores explicaron con claridad que la inteligencia artificial es una gran gama de datos que selecciona frases hechas y las une para atender ciertos requerimientos de interacción, lo cual no quiere decir ni que lo que mencione sea cierto ni mucho menos refleje voluntad, deseos o conciencia.
Pero este perturbador diálogo esconde el debate que debería motivar el uso de la inteligencia artificial, y es la manipulación y persuasión que puede derivar del uso indiscriminado de esta herramienta y generar un alineamiento en las personas, donde ellas prescindan de su criterio y discernimiento para conducirse y retroalimentarse.
En sentido estricto, como lo menciona el periodista y analista Ezra Klein, el temor a la inteligencia artificial es el miedo al uso que haga el modelo capitalista de ella para maximizar sus ganancias, aunque ello suponga atentar contra su propia esencia de masificación y ampliar el consumo.