La expresión ¿libre o encadenada?
Prometo solemnemente retar los dogmas, el statu quo.
María Fernanda García Sada
“Tu voz cuenta. Tienes derecho a decir lo que piensas, a compartir información y a reivindicar un mundo mejor. También tienes derecho a estar o no de acuerdo con quienes ejercen el poder y a expresar tus opiniones al respecto en actos pacíficos de protesta”. Así comienza todo un ensayo informativo en la página de Amnistía Internacional.
En teoría, la libertad es un derecho y garantía individual. Es innata, universal, inalienable, imprescriptible, irrenunciable e inclusiva, no discriminatoria. Entre sus facultades aboga por la protección de la expresión (hablada o escrita), de la conciencia, de pensamiento, de religión, de prensa; defiende el derecho a la congregación y el derecho de solicitar al gobierno la reparación de agravios.
Las personas deberíamos de tener la libertad de elección, ser autónomos al formar criterios independientes de pensamiento crítico, no ser marionetas, ni presionados a decir lo que no queremos o que se nos impida escuchar o leer palabras de otros. Tenemos el derecho a recibir información verdadera, puntual y objetiva.
Pero ¿por qué es tan importante? La libertad de expresión no tiene agenda. No es de derecha, no es centrista; tampoco es de izquierda. Sin embargo, puede ser utilizada para empujar cambios políticos, geográficos, sociales y económicos, acorralar malos agentes, revelar secretos, exponer gobiernos fascistas, autoritarios. Cualquier país que de verdad pudiera ejercer la libertad de expresión en todas sus manifestaciones y áreas lo convertiría en el más libre del mundo.
Al parecer, éste no es el caso. La libertad es una ilusión. De libres no tenemos nada. La llamada “libertad de expresión” no es como la pensamos. Constantemente, los principales medios de comunicación censuran. Los gobiernos, en su papel autoadjudicado de autoritarismo, filtran y crean propaganda. Empaquetan un constructo hechizo, su visión miope de las cosas, un producto limitado, venenoso para consumir; nos mienten y engañan, hacen con nosotros lo que desean, pretenden ser dueños de nuestros destinos.
México no es la excepción con las constantes amenazas hacia periodistas, por ejemplo, al mismo Plácido Garza, Ciro Gómez Leyva, Carmen Aristegui o Carlos Loret de Mola. Advertimos todo esto en los lentos mensajes propagandísticos insufribles del gobierno mexicano hacia sus ciudadanos a la hora de "cantar el gallo". Adicionalmente, encontramos amenazas de todo tipo, desde la persecución hasta el terrorismo que los gobiernos en general ejercen sobre una persona, su familia, amistades y/o empresas. Ya advertimos en Detona que una de las profesiones más peligrosas es el periodismo:
Sin embargo, a nivel mundial y en ciertos espacios de discusión donde hay más libertad (como en Detona), eso está cambiando. Afortunadamente, hay un despertar de conciencia cada vez mayor.
Existen voces como la de Elon Musk, quien compró la corrupta Twitter. Expuso los oscuros hilos de la antigua compañía (los famosos Twitter Files), la reformó y luego la sanó para transformarla en X. Existe algo de censura para evitar otros males como el terrorismo, pero se ha convertido en la plataforma social más libre que existe. Con las “Notas comunitarias” ha combatido la ignorancia, alertado sobre la desinformación, expuesto diferentes puntos de vista, hechos y reparado la verdad.
Sin embargo, X está en peligro porque vivimos un momento histórico de ruptura contra la tiranía y ésta comienza con la libertad de la palabra. Existe una campaña contra Elon Musk, controversias a nivel mundial. El miedo al libre flujo de la información ha sido tal que se ha traducido en un intento de control absoluto. Esto a su vez ha producido polarización y una generación de cristal a la que no se le puede decir nada, ninguna verdad porque se ha vuelto ridículamente débil, enfermiza y sensible, en peligro de destrucción al tener miedo de escuchar disentimiento y ha generado una cultura woke tergiversada, irracional y delirante, a tal punto que Europa ha amenazado con prohibir la plataforma X. Recientemente, muchas de las empresas (como la irreconocible trasFrankenstein Disney) retiraron sus anuncios de ella. En respuesta, Musk, que nada debe y nada teme, “estiró el pajarito” en una legendaria entrevista con la seña universal, digitus impudicus. Decididamente los mandó al carajo. Les dijo: “¡Vayan a *%&”/Ü a sí mismos!"
Ayer, el periodista más famoso del mundo, el estadounidense Tucker Carlson, anunció que hoy expondrá la larga anticipada entrevista con Vladimir Putin. La noticia de este histórico evento explotó. Las reacciones celosas y envidiosas de inmediato relucieron. Los sospechosos habituales: los medios de comunicación comprados, comprometidos y mafiosos (que ni siquiera han visto la entrevista), como CNN y todos sus clones del main stream media, bola de minions y gremlins que criticaron duramente a Carlson, quien prometió, junto con Musk, pasar hoy la entrevista sin censura a las 5 p. m., hora central de El Ejido de Monterrey.
El mundo se pronunció encolerizado por el intento de censura y las críticas de los medios hacia Carlson, pero no en X. En un principio, Putin otorgaría al famoso periodista 1 hora. Al parecer, fueron un poco más de dos. ¡Así de espectacular y reveladora ha de estar y muchos temblarán del miedo! No habrá poder (cuando menos humano) que detenga la transmisión, a menos de que ataquen cibernéticamente a X, que todo el tiempo la sufre, por su importancia.
¿Por qué tanto miedo? ¿Qué esconden? Si queremos saber cómo piensan otros (aunque sean nuestros competidores u opositores) y conocer información importante, sus planes, lo que podamos extraer de ellos para nuestro aprendizaje y uso, ¿por qué silenciarlos? No podemos formar un criterio y sano juicio, razonable, a base de suposiciones sin conocer la verdad. Me sorprende el nivel de sesgo, manipulación y actividad criminal presente en los niveles más altos, la coerción gubernamental es diaria.
La exprimera dama estadounidense, Hilary Clinton, se refirió a Carlson como un “perrito”, un “idiota útil”. La Comunidad Europea pretende sancionarlo, prohibirle la entrada porque, según su perspectiva, “está ayudando a un criminal de guerra”. Really!? ¿Quieren castigarlo por curioso, por ejercer con profesionalismo total el periodismo?; ¿por conocer los hechos, los dos lados de la misma problemática?; ¿por hacer preguntas a uno de los presidentes más importantes del mundo? Al parecer los demócratas quieren demandarlo ¡por espionaje! ¿Se puede ser más payasos que los de circo?
La ironía es notable al ellos ser y hacer lo que justamente critican y/o acusan. La realidad es que Tucker Carlson está en contra de las guerras, de la muerte, de la catástrofe, como todas las personas con sentido común, que somos la mayoría en el mundo y los gobernantes autoritarios (enfermos de avaricia, poder y con mucha cola para pisarles) no están dispuestos a ser dirigidos por quienes los pusimos ahí.
En una supuesta democracia y sociedad avanzada todas las voces deben de ser libres y ejercer el derecho a pronunciarse y ser escuchadas. ¿Cuál es la democracia en este caso? ¡La del mundo entero! Así es, todos queremos ver la que hoy se convertirá en la entrevista más vista en la historia contemporánea del periodismo y, como columnista de Detona, es mi deber alertar que, cuando un político, organismo, agencia de noticias o comunidad de integridad dudosa ataca de tal manera y se comporta tan vil contra un periodista de prestigio, es inevitable sospechar que el sistema en el que se ejerce la supuesta “libertad” de expresión está peligrosamente defectuosa y corrupta. Todos estos sistemas están actualmente prostituidos y liderados por organismos internacionales como la ONU, el Foro Económico Mundial y la Organización Mundial de la Salud.
Carlson no es el primer periodista en ser amenazado. Recordemos al ahora preso Julian Assange de Wikileaks; Gonzalo Lira murió en una cárcel en Ucrania; Alex Jones fue demandado y sacado de todas las plataformas hasta que Musk lo reinstituyó en X. Voces como las de Joe Rogan, Russell Brand, Neil Oliver, Roman Balmakov de Facts Matter y Natali y Clayton Morris de Redacted también han sido censuradas. Soplones como John McAfee o Edward Snowden y personalidades como el Dr. Jordan B. Peterson la han sufrido bien y bonito. Todos han terminado, en el mejor de los casos, amenazados y en el peor escenario: encarcelados, exiliados o muertos.
Yo no quiero juzgar si están bien o mal. Cada uno es un caso particular, un par de ellos sí pusieron en peligro o en jaque a sus gobiernos con las verdades que revelaron y no compartiré mis opiniones personales masticadas y digeridas, mejor usted decida. Pero, ¿dónde está la línea? La democracia se pronuncia: queremos conocer la verdad.
En lugar de amedrentar o sofocar la competencia, estos valientes periodistas vivos e independientes han apoyado con todas sus habilidades de palabra y medios a su colega, Tucker Carlson. Ya no se trata de un individuo, sino de evitar la extinción del principio de la libertad de expresión. Quien controla la información, controla las ideologías del mundo. Esa fuerza, el 4to poder, es la que mueve todo: la vida social, política y económica, tanto de los individuos como de las organizaciones y países.