La torre de Babel
Al analizar los fenómenos recientes de la comunicación informativa de la clase política nacional en general y el comportamiento editorial de los medios de comunicación masiva, de las redes sociales, del nombrado “círculo rojo” y de la llamada “comentocracia”, en función de noticias de fechas pasadas, cada vez me queda más claro que lo que estamos viviendo podría resumirlo con una frase popular que dice: "Cada loco con su tema", o haciendo referencia a la bíblica torre de Babel.
Si analizamos la prensa o los medios informativos, cada uno quiere imponer su agenda.
Selecciona, clasifica y edita las notas según sus intereses comerciales, ideología o línea editorial, por lo cual es común ver un mismo hecho con matices diferentes, narrado de manera muy distinta y con enfoques varios según la empresa que lo firma, además de jerarquizar la información de muy diversas formas unos y otros.
Finalmente, como dice el refrán: "En este mundo traidor nada es verdad, ni es mentira, todo depende el color del cristal con que se mira".
Si nos salimos de los medios tradicionales y le damos una checada a las redes sociales, encontraremos otros actores, otros lenguajes y una diversidad de intereses tan vasta como cibernautas hay en cada plataforma en las que los algoritmos seleccionan afinidades para conectar a unos con otros.
Y si hacemos énfasis en redes tan polarizadas y nos adentramos a la tuitósfera en la que nadie escucha (lee) a nadie, cada uno quiere imponer su tema, el “éxito” se mide por seguidores y en realidad casi en cualquier tema existente siempre hay dos bandos: el de los apoyadores (lovers) y el de los críticos (haters), en un mundo virtual donde todos y nadie terminan teniendo la razón.
Otro bloque interesante de analizar es el de la clase política o gobernante que, con todo y eventualmente sus costosos aparatos de comunicación y divulgación, en la actualidad lo que buscan es establecer su agenda, instalar sus prioridades como las prioridades de las que hay que hablar y, muchas veces sin la menor empatía por sus audiencias, enviando mensajes de manera unilateral.
Está también el denominado “círculo rojo” y la “comentocracia” que dice analizar a los otros tres bloques, a los medios, a las redes sociales y a la clase política, haciéndolo de una manera tan peculiar, como si fueran los grandes sinodales y poseedores de la verdad, autoproclamándose como los juzgadores de los otros actores y los traductores de mensajes hacia las diferentes audiencias.
Este grupo también cree que todos tienen interés en lo que a ellos les interesa.
Por último y seguramente el grupo más importante, con el que todos desean comunicarse, es el de la ciudadanía, las diferentes audiencias, en las qua cabe supongo, la marca de la opinión pública, a la cual los otros componentes del proceso de comunicación parecen desconocer o al menos no tratarle con empatía.
Es así como vemos la torre de Babel en su máxima expresión, cada uno hablando en su lengua y pensando que los demás le entienden y, además, se interesan en lo que dicen.
Supongamos como ejemplo de este fin de semana pasado diversos escenarios paralelos como la amenaza de guerra entre Ucrania y Rusia, los playoffs de la NFL, la nota del testamento político de Andrés Manuel López Obrador, la entrevista de Mariana Rodríguez Cantú con El País, el clima gélido en Nuevo León, la cuarta ola del Covid_19, el cumpleaños reunión o la carne asada con algunos familiares, el precio del limón, el aumento de la barbacoa, los juegos de Rayados contra Cruz Azul y Tigres enfrentando a Pumas, las notas de que si la vacuna sirve o no sirve y así... agregue usted los temas que considere.
¿Cuáles cree que le interesan al ciudadano común? ¿A los que trabajan en un taxi? ¿A los que están en una central de abasto? ¿A los de la zona rural incomunicada? ¿A los que siguen twitter? ¿A los de Instagram o Facebook? ¿A quienes hacen encuestas o sondeos de opinión basados en quién sabe qué variables? ¿Al presidente? ¿Al gobernador? ¿A la prensa? ¿A los noticieros de radio o de televisión local? ¿A los nacionales? ¿A la comentocracia? ¿Al círculo rojo? ¿A los que dicen desde una computadora que analizan las crisis comunicacionales de los demás? ¿A los que dicen que todo está bien? ¿A los que todo juzgan y critican? ¿A los jóvenes de 18 a 24 años? ¿A los de más de 30? ¿A los de más de 50? ¿A las mamás primerizas? ¿A las abuelas? Y AQUÍ agregue usted también las categorías que guste.
Independientemente de cuales sean las clasificaciones, lo cierto es que todos creemos que lo que nos interesa es del interés de todos.
Hemos perdido empatía, sentido humano y la capacidad de tener escucha activa. Vivimos en una época de diálogo de sordos.
O como me decía una experta en comunicación, vivimos en la era del autoconsumo.
Todos, los medios, los personajes públicos y los emisores de mensajes en redes pensamos que todo mundo nos lee y la verdad es que bien valdría la pena hacer una investigación de fondo para saber cuáles son las prioridades de cada uno. Conocernos, pues, a la antigüita.