Los wookies y la televisión activa

Gerson Gómez DETONA: A gritos y sombrerazos desde 1977, al estreno de Star Wars, el compañero de Han Solo, un wookie, Chewbacca, hace mancuerna con una especie humana de corsario.

Cada uno de sus gruñidos fueron captados como idioma temperamental.

En los Estados Unidos de América, en 1933, comenzó a utilizarse el lenguaje incluyente.

Suena parecido a woke, forma incorrecta o deformación para géneros no binarios.

Incluye la movilidad social, las diferencias de color, los gustos sexuales y cualquier otro desierto imaginario para una época previa a la segunda gran guerra.

Revolver en la carretera de la información, como en Tik Tok, Facebook, Instagram, X o cualquier señal repetida de la televisión abierta e incluso el sistema de paga, vulnera todas las academias de las lenguas.

Ya lo señaló con anterioridad el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa.

Las palabras son signos semióticos, pasan por procesos de transformación.

Presidente, alcalde no admiten modificación.

La idea corporativa, para la segunda televisora con mayor cantidad de audiencia en México, la de Ricardo Salinas, en los últimos siete años ha propuesto en el código para los conductores.

Nada incluyente woke.

Contrario a los pagos pendientes al SAT, el poderoso empresario ha puesto a prueba a todo el sistema de castas de minorías organizadas.

Aquellos a quienes la locura de la expansión de los derechos no incluidos en la constitución.

Ricardo Salinas defiende, como no lo han logrado los integrantes de la academia de la lengua española en México.

Nos corresponde aplaudir la orden ejecutiva.

También pedirle pagar los impuestos pendientes.

Eso lo haría demostrar su nacionalismo a ultranza.

Hasta Chewbacca junto a Han Solo se lo aplaudirían.
Gerson Gómez

Morelense de cepa Regiomontana. LCC con especialidad periodismo (UANL). Doctor en Artes y Humanidades (I.C.A.H.M.). Tránsfuga de la mesa de redacción en diferentes periódicos como El Diario de Monterrey, Tribuna de Monterrey, y del grupo Reforma en el matutino Metro y vespertino El Sol. Escort de rockeros, cumbiamberos, vallenatos y aprendices al mundo de la farándula. Asiste o asistía regularmente a conciertos, salas de baile, lupanares, premieres, partidos de fútbol y hasta al culto dominical. Le teme al cosmos, al SAT, a la vejez y a la escasez de bebidas etílicas. Practica con regularidad el ghosting. Autor de varios libros de crónica como Hemisferio de las Estaciones, Crónicas Perdidas, Montehell, Turista del Apocalipsis, Monterrey Pop y Prêt-à-porter: crónicas a la medida.