Cambio de aires
Ocho de enero.
En dos días, Edmundo González debe ser ungido presidente de la República Bolivariana de Venezuela, después de haber ganado de manera abrumadora la elección en julio pasado.
Nicolás Maduro, actual presidente y derrotado candidato, debe entregar el poder de manera pacífica y sin restricciones.
No sabemos si eso ocurrirá.
Maduro ha afirmado que ganó las elecciones, sin prueba alguna.
Por el contrario, la oposición logró documentar con más del 85% de las actas originales de la elección el triunfo de Edmundo González a razón de 2 a 1.
No es que en Venezuela haya ocurrido un fraude electoral, es que quieren robarse el poder que no les entregaron los votantes.
A diferencia de procesos previos, en los que la oposición argumentaba fraude pero no podía probarlo, el operativo de documentación de esta ocasión fue espectacular.
Para comparar, no hubo algo similar en México, donde mucha gente se queja del resultado del 2 de junio, pero no hubo una presentación de actas por parte de los partidos de oposición que pudiese documentar deficiencias considerables el día de la elección.
No cabe duda de que nuestra elección no fue democrática, puesto que desde la Presidencia misma se atacó y obstaculizó a la candidata de oposición, se financió la campaña de la candidata oficial, se repartieron recursos en abundancia para garantizar un buen ánimo el 2 de junio, se debilitaron las instituciones electorales, se utilizó a un ejército pagado por el gobierno (Siervos de la Nación) apoyado por decenas de miles de jóvenes también pagados por nosotros (Jóvenes Construyendo el Futuro), e incluso se mantuvo la colaboración con el crimen organizado que es evidente desde 2021, al menos.
Por todo ello, esta columna insiste en que quienes hoy gobiernan México no cuentan con legitimidad democrática.
Pero el día de la elección, a diferencia de la oposición venezolana, la nuestra no documentó los resultados.
Haber logrado esa hazaña, teniendo enfrente a un gobierno claramente dictatorial, se debe a María Corina Machado, que no pudo ser candidata porque fue inhabilitada por los órganos electorales de su país, controlados plenamente por Nicolás Maduro.
Edmundo González, viejo diplomático, se echó a cuestas la responsabilidad, a pesar de su avanzada edad, y en equipo con Machado logró un triunfo irrebatible.
En el inicio del año, Edmundo inició una gira de apoyo, por Uruguay, Argentina, y apenas el lunes, Estados Unidos.
En esos países fue recibido como presidente electo, como en efecto lo es, y se ha iniciado un proceso diplomático para aislar a Maduro: Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina han retirado sus embajadas y han expulsado a las de Venezuela en sus territorios.
Cancilleres de varios países, así como expresidentes, se darán cita en Panamá para acompañar a Edmundo González rumbo a su toma de posesión.
Además de ese respaldo internacional, María Corina ha anunciado una movilización popular mañana jueves.
La situación no es nada sencilla para Maduro, y seguramente habrá ya graves fracturas al interior del régimen narcomilitar que lo respalda.
Ayer sus esbirros secuestraron al yerno de Edmundo González.
En ese contexto, las declaraciones de ayer de Donald Trump, afirmando que en México los que gobiernan son los cárteles, no pueden echarse en saco roto, aunque provengan de él, que casi al mismo tiempo propone cambiar de nombre al Golfo de México, invadir Panamá y Groenlandia, y múltiples ocurrencias más.
Si no pasa nada, diez días después del viernes, el secretario de Estado de Estados Unidos será Marco Rubio, quien trae toda una historia de oposición a las dictaduras latinoamericanas (las de hoy, todas “de izquierda”), de forma que algunos de los dichos de Trump pueden convertirse en realidad muy pronto.