Don Andrés el chatarrero
Para los que se quedan en casa en Semana Santa, por devoción o por necesidad, no puede haber mayor bendición que los vecinos sí se vayan de vacaciones.
¿La razón? Los primeros en irse son los más fiesteros.
De haberse quedado harían fiesta continua 24/7 con hectolitros de cerveza, megadecibelios de estentórea alegría y, eso sí, mucha pena por la pasión de Jesús.
Me desconcertó un poco que sí pasaran el gritón que vende queso jarocho y chorizo potosino (dice él), y el que compra chatarra.
Dio penita el chatarrero.
Don Andrés le madrugó comprando las plantas de Iberdrola. Al menos eso pensé después de que políticos y medios abarataran la compra invocando miríadas de especialistas hasta en filatelia…
Sólo les faltó incluir los funestos vaticinios sobre ese tema que, espulgando bien, se podrían encontrar en las Centurias de Nostradamus o en las Profecías de San Malaquías.
Espero con ansia la infalible opinión de Mohni vidente.
Desestimé, por supuesto, el (pre) juicio de Felipe Calderón Zavala que, oportunamente, calificó a las plantas de “activos viejos”.
No sé cómo interpretar eso, considerando que Iberdrola le da chamba a su papá.
¿Inteligencia empresarial de Iberdrola? ¿Sinvergüenzas fraudulentos vendedores de espejitos y cuentas de colores?
No importa.
Esta, como muchas otras opiniones, no están evaluando una transacción sino a un personaje.
Es un guion diseñado que, a fuerza de repetirse, ya aburre al respetable público.
Iberdrola no vendió todos sus activos. Sigue teniendo presencia en México y sigue generando energía.
Como Iberdrola, hay más empresas extranjeras similares en pleno funcionamiento.
Todas ellas, como Iberdrola, en el brete de tener que, ahora sí, pagar lo justo por el uso de la infraestructura de la CFE.
Durante varios años, o no pagaban, o pagaban una cuota “simbólica”.
Es decir, todos los mexicanos les subsidiábamos sus operaciones. La “chatarra” que Iberdrola le vendió a don Andrés, significa que la CFE pasa a ser un generador de energía eléctrica fundamental para el país.
Además, principal responsable del abasto eléctrico del noreste de México y, particularmente, de la industria norestense.
Elon Musk, por ejemplo, debió respirar con mucho alivio. El control estatal de esas plantas chatarra significa que Iberdrola no impondrá una dictadura de tarifas como lo hace en Europa con devastadoras consecuencias para empresas, industrias y usuarios domésticos…
Recién Francia multó a esta empresa por “práctica comercial engañosa”; de esta calaña es la fichita.
Si bien México debe considerar la venta de energía como un negocio que reditúe ganancias, también está obligado a ofrecer tarifas que estimulen las actividades industrial y empresarial de cualquier calibre.
De eso se trata el desarrollo, ¿No? El estado puede auto regular sus ganancias, pero es difícil que lo haga una empresa privada como la voraz Iberdrola.
Sin embargo, debo reconocer que el tema de la energía eléctrica es muy sensible.
Para el consumidor final doméstico, la promesa de no subir tarifas eléctricas no es suficiente.
Así como están ya son extremadamente caras. Los calorones del noreste, sobre todo en tiempos de sequía, son insufribles.
Un titular de un medio local me puso los pelos de punta: “Y temen que suba la luz sin Iberdrola”.
Espeluzna, ¿apoco no?
Entiendo que la generación de energía representa un costo, y entiendo que quienes usan la energía para procesos productivos o de servicios, deban pagar tarifas consecuentes con un negocio que reporte ganancias al Estado.
El usuario doméstico es un caso diferente. La tarifa puede “castigar” el consumo excesivo, pero deben considerarse dos factores más, importantísimos ambos:
- Que no se está lucrando con el gasto de energía sino procurando el bienestar de individuos (Derechos Humanos).
- Que las tarifas, incluso las más altas por zona, no deben afectar radicalmente los ingresos familiares (más Derechos Humanos). Les llaman subsidios, pero no lo son; en realidad son los privilegios de los verdaderos propietarios de la CFE, y de todos los recursos energéticos de la nación.
Con o sin chatarra, a esta fiesta ya no está invitada Iberdrola, aunque tengan en su staff a un edecán de lujo como Calderón.
Pero consolaos nostálgicos xenofílicos, Iberdrola no se ha ido.
Siguen generando energía en México.
Siguen abanicándose el trasero recién pateado con algunos de los tantos amparos otorgados casi como cupones de descuento por jueces oficiosos.
- Siguen infiltrados en el Poder Judicial.
- Siguen siendo capos detrás de algunos entes, medios e institutos políticos.
- Siguen dentro de instituciones públicas y privadas afines a los energéticos.
- Siguen, siguen, siguen...
LA COFRADÍA TENEBROSA.
Iberdrola no es sólo una empresa trasnacional, es una cofradía tenebrosa que ha doblegado incluso a países como España, e influido en parlamentos internacionales como la Unión Europea.
Un reto para México es mantener las manos de Iberdrola, iberdrolos, similares y conexos, fuera del control (no de la generación) de los recursos energéticos.
El otro es entender que las “energías limpias” son un objetivo urgente, pero asumir que es imposible cumplirlo a corto y mediano caso.
La prisa de Iberdrola y otras trasnacionales en transitar a las energías limpias no creo que sea por beneficiar al planeta sino por controlarlo.
Y un reto más, no menos importante: si la CFE amplía su capacidad de generación y tiene ya sus redes conductoras instaladas, por más que don Andrés lo presuma en sus mañaneras, nadie va a creerlo ni a celebrarlo en tanto los recibos sigan siendo el azote de la economía doméstica, del comercio y de la industria.
No importa si nos dicen que las plantas vendidas por Iberdrola son chatarra; a ver cómo le hacen, pero deben funcionar.
Sí importa, y mucho, no chatarrizar las carteras de los usuarios, porque esta chatarra no la va a comprar nadie.
Pero no seamos exagerados:
ni las plantas son chatarra, ni su compra significa una nacionalización de la energía eléctrica.
Se conjuró temporalmente una amenaza grave para la nación, nada más.
Ignacio Sánchez Galán quiso ser un Hernán Cortés, y por ahora sólo pinta como un Isidro Barrada.