El estado de excepción
Funciona. Si es viable.
Al presidente Bukele de la república del Salvador le ha servido. Hace frente a la delincuencia organizada. Los conocidos pandilleros de La Mara Salvatrucha.
Restringe las libertades civiles. Eso lo conocen desde los años de las insurrecciones socialistas en toda Centroamérica. El laboratorio de la terapia de choque frena los indicadores de incidencia criminal.
Asentar en las disposiciones legales, a edad de 12 años, para ser juzgado como terrorista, implica la gravedad.
El Salvador reconoce el balazo como abrazo. Para quienes deciden la vida glamurosa del delincuente. Sin importar el llenado de las cárceles nacionales.
Cortar las comodidades de las crujías, por debajo de las razones humanitarias. Trato de animal para quienes no se tientan el corazón al momento de asesinar.
Tiene razón. Los grupos criminales son terroristas nacionales. Ajustar la transición dolorosa implica y con seguridad habrá, opositores al régimen confundidos a propósito.
Por ellos debe velar la ONU y las cortes internacionales, para regresarlos a la vida civil y la libertad inmediata.
Los salvadoreños son la principal materia prima de Los Maras Salvatruchas en la comunidad hispana en Los Ángeles. Cortar el suministro de recursos humanos y de efectivos, le brinda esperanza a quienes viven y trabajan de manera humilde y honesta. Los libras de forma contundente y para siempre.