En buen plan
Después de celebrar los 100 días de su gobierno, este lunes Claudia Sheinbaum presentó el Plan México.
Esta idea de la planeación es muy característica de eso que se suele llamar “izquierda” y que en este caso podemos definir como el grupo que cree que el Estado (el gobierno, en realidad) puede hacer las cosas mejor que los ciudadanos, sea de forma individual u organizados en empresas.
Hace casi cien años que esta idea se hizo popular, en los planes quinquenales de la Unión Soviética, el Plan Sexenal de Lázaro Cárdenas o el New Deal de Franklin Roosevelt (que curiosamente es el primero que ofreció un cambio en los primeros cien días de su gobierno).
Todos fracasaron, aunque en Estados Unidos hubo un segundo momento, ya con menor presencia estatal, que para 1937 logró mejorar un poco las cosas.
En México esta idea regresó durante los gobiernos de Echeverría y López Portillo, y fue de parte de este último que se promovió el cambio constitucional con el cual se hizo obligatoria la planeación, en los artículos 25 y 26.
Desde entonces tenemos un plan nacional de desarrollo en cada gobierno que no sirve para nada, porque nadie nunca le hace caso.
Y es que planear no tiene mucha utilidad cuando los márgenes son escasos, se desconoce la situación global y se prefiere presentar grandes promesas en lugar de instrumentos detallados.
Bueno, pues ese es el caso.
- Ofrecer que la economía mexicana pasará del lugar 12 al 10 ignora el detalle de que hoy mismo estamos más bien en el lugar 15.
- El empujón que nos dio el dólar a 16 pesos ya no existe, así que regresamos al nivel que hemos tenido desde hace dos décadas.
- No le veo nada de malo en apuntar al lugar 10, que seguramente alcanzará Turquía, porque ellos no cancelaron el aeropuerto (idéntico al nuestro, recordará usted).
- Afirmar que habrá más de 200 mil millones de dólares en inversión, la mitad de ellos proveniente del extranjero, también es una meta atractiva, pero habría que saber cómo puede alcanzarse.
- ¿Con el Poder Judicial subordinado al Ejecutivo?
- ¿Sin comisión de competencia o instituto de telecomunicaciones?
- ¿Sin transparencia, mediciones, datos confiables?
Las razones por las cuales no puede llegar más inversión ya las conocemos: incertidumbre jurídica, desabasto energético, infraestructura deficiente y mano de obra de baja calificación.
Nada de eso se ataca en el Plan México.
De energía, algunas promesas que olvidan el serio problema que tenemos en transmisión y el obstáculo legal que el mismo gobierno impuso: 54% será de ellos mismos.
De infraestructura, promesas acerca de carreteras y trenes, imposibles de cumplir con las restricciones presupuestarias que se enfrentan.
En cuanto a mano de obra, no encuentro manera de desarrollar 150 mil técnicos calificados, partiendo de la situación en que se encuentra el sistema educativo actual.
A futuro, mucho menos.
En buen plan, sería preferible que el gobierno hiciese un esfuerzo serio para liberar las fuerzas naturales de la economía, en lugar de querer reemplazarlas, como ocurre hoy y desde el sexenio anterior.
Así como está la propuesta, lo que nos ofrecen es el regreso franco al capitalismo de compadres (crony capitalism), en el que habrá negocio para quienes se acerquen a ellos y se subordinen. Idéntico a como ocurrió bajo el priismo, fase inferior del morenismo.
Tal vez de lo que se trataban estos dos eventos, los cien días y el Plan México, era demostrar algo de unidad y dirección, así fuese ficticia, para que este lunes, que Donald Trump cambie el tablero global de juego, se le pueda culpar de que nada de lo ofrecido se cumpla.