García Harfuch: la soledad
Sin decirlo, dio a entender que el expresidente propició –con toda premeditación– que la delincuencia se empoderara al rechazar, con argumentos ideológicos absurdos, la ayuda internacional.
Lo que le está diciendo Ken Salazar a México es:
- Estados Unidos sabe que López Obrador protegió a los cárteles y las cosas no se van a quedar así.
- AMLO es y será un problema en la relación bilateral.
- Trump va a utilizar el expediente narco del tabasqueño para presionar y doblar al gobierno de Claudia Sheinbaum.
- La libertad o intocabilidad de López a cambio de que la 4T ceda todo lo que tenga que ceder a Washington.
Ken Salazar también quitó la máscara al “Segundo Piso”:
“Las estadísticas delictivas con las que se dice al pueblo de México que todo está bien, no muestran la realidad…”
Para decirlo de otra manera: la estrategia de Seguridad de Claudia Sheinbaum es “gatopardista”.
Aparenta combatir la violencia, pero en el fondo, continúan –por instrucciones de AMLO– los “abrazos no balazos”.
El contraste entre las señales que ha dado Trump en materia de seguridad y la estrategia mexicana, lo dice todo.
Mientras el próximo presidente de Estados Unidos hace de su gabinete un búnker y nombra a los más duros de los duros para proteger a su país, aquí, la estrategia de seguridad es enana, tímida e inexistente.
Tan es así, que le piden a Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, hablar en la “mañaneras” de “puntitas”, con timidez, y pidiéndole casi, casi perdón a los criminales.
Omar García Harfuch, está solo en la lucha contra el crimen organizado.
Su cercanía con la presidenta no es suficiente para hacerlo fuerte y poder derrotar a una bestia que alimentó que y dejó suelta López Obrador.
Tampoco es suficiente la enmienda al artículo 21 de la Constitución para –como reza la propaganda cuatroteísta– hacer de la Secretaría de Seguridad una “super secretaría” con facultades para investigar.
Ninguna reforma es suficiente si al mismo tiempo no hay voluntad política para usar todos los recursos del Estado en contra del poder de los cárteles.
García Harfuch es la parte más delgada del hilo que en cualquier momento puede romperse.
Está atrapado entre la telaraña de intereses criminales del expresidente y la necesidad de evitar que la violencia derrote al gobierno de su jefa, Claudia Sheinbaum.
Así como AMLO obligó a los senadores de Morena a humillarse –hasta la ignominia– para reelegir a su “favorita” Rosario Piedra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, así también presionará para deshacerse de García Harfuch, un funcionario que le estorba.
Le estorba porque representa un riesgo para el “orden criminal”, base y sustento de su proyecto político.
El margen de maniobra de Omar es muy limitado.
Nada puede hacer contra los gobernadores, presidentes municipales y alcaldes de Morena que llegaron al poder de la mano de los cárteles y siguen garantizando protección e impunidad a los delincuentes.
- El encargado de seguridad queda anulado cuando los legisladores de Morena reciben la orden de proteger al gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha.
- Cuando la gobernadora Evelyn Salgado y una decena de presidentes municipales convierten a Guerrero en un santuario narco.
García Harfuch está solo y formando parte de un proyecto político interesado en que el Estado mexicano sea derrotado por los cárteles.
Y quien tiene claro que México se ha dejado arrasar por los grupos criminales es Washington.
Estados Unidos tiene al país en la mira.
Decir que el Congreso norteamericano puede declarar a los cárteles como “terroristas” no es una traición a la patria –como se ha dicho–, es una posibilidad real.
Como real es que el obradorato sea acusado de ser una organización vinculada a la criminalidad.