La democracia Vs. el poder
En diversas partes del mundo occidental la democracia pasa por un momento de acoso, sus bondades son aprovechadas por quienes desde el poder la desprecian.
Casos hay muchos donde la democracia sirvió de trampolín para empoderar a los autoritarios quienes ya en la silla, desprecian los recursos democráticos y hasta pretenden aniquilar esta forma de gobierno.
En México los momentos de esplendor en la democracia se vivieron entre 1994 y 2018, lamentablemente los gobernantes no estuvieron a la altura de su vocación democrática.
Zedillo, Fox, Calderón y Peña supieron vivir, aguantar y hasta padecer el vivir en un régimen democrático.
Los medios de comunicación, los partidos políticos, empresarios, iglesias y otros sectores de poder, incluyendo las fuerzas armadas, fueron excelentes contrapesos con quienes cohabitaron los gobernantes, sin embargo, no todos los políticos
tienen la capacidad para asumir el poder y aceptar compartirlo o desprenderse de él.
Desde mediados de los años veinte en el siglo pasado, México vivió un partido hegemónico en el cual el autoritarismo fue menguando para ceder su sitio a las libertades propias de un régimen democrático.
Quizá por el miedo a pasar como otro dictador igual a Porfirio Díaz, o porque al interior de las fuerzas de poder le coartaban, lo cierto es que el sistema político mexicano sustentado en el PRI practicó la democracia a su modo, abriendo cada
vez más espacios a los pensamientos divergentes.
Otorgan el voto a las mujeres en la primera mitad del siglo XX.
En 1963 deben incluir reformas constitucionales que abrieron la puerta a la oposición en el poder legislativo mediante la representación proporcional.
Se legisla para el surgimiento de partidos de oposición con ideologías alternativas.
Finalmente, en la última década del siglo, abren a la sociedad civil las instituciones democráticas, nada por voluntad.
El del PRI era un sistema autoritario moderado pues a pesar de que el presidente en turno tenía poderes casi de monarca, se buscaban los equilibrios y los consensos, no siempre de buena gana, pero sí para transitar en un sistema estable y de gobernabilidad.
El PRI no era democrático, como no lo es ahora, la diferencia es que había una persona superior al presidente del partido que ejercía el poder y decidía.
Con la caída del tricolor en la presidencia de la república, quedaron los gobiernos estatales quienes fungieron como ese poder sobre el presidente del partido.
Peña Nieto controló al partido durante casi doce años, desde 2006 que arriba a la gubernatura de Edomex, trabajó para tener control y autoridad sobre los gobernadores electos en ese sexenio, así con apoyos y prebendas se hizo del control en el partido, luego como presidente las cosas siguieron igual.
Sin presidente y sin gobernadores en el contrapeso, con legisladores afines, el actual presidente del PRI tiene autoridad absoluta en ese partido, la diferencia con liderazgos anteriores es que él decide sobre su propio futuro.
Alejandro Moreno decide y parece que ya lo hizo, prefiere ejercer el poder ilimitado y sin contrapesos que posee en el partido en vez de ser un dirigente democrático, al fin de cuentas nunca imperó la democracia, siempre hubo una voz de autoridad
en las decisiones.
México está en una encrucijada y no parece haber una ruta viable a la democracia.
El poder político es antidemocrático, los partidos operan en la misma dirección y las demás fuerzas de autoridad parecen estar dominadas, son indiferentes o tienen su premio por permitir que la democracia ceda su sitio frente al poder.