López Obrador, tras la senda de Allende
Les platico una historia muy distinta a la que se cuenta ahora con motivo del medio siglo del derrocamiento de Salvador Allende como presidente de Chile.
Cobró actualidad debido a la visita de Estado que recién hizo a ese país el presidente mexicano López Obrador, que fue hasta allá para rendirle homenaje y tributo al presidente extranjero a quien él más admira: Salvador Allende.
Eso dijo textualmente Andrés Manuel en presencia del presidente chileno Gabriel Boric.
Estuve en ese país hace varios años y allá supe de una historia contada a contrapunto que apenas comienza a saberse acerca del primer presidente socialista que llegó al poder por la vía democrática.
Se las platico al costo. ¡Arre!
No fue la gran victoria, más bien fue una muy apretada.
Su llegada al poder no fue producto de la gran victoria popular que predicaban él y sus seguidores.
- En las elecciones de 1970, Allende obtuvo para su partido de izquierda, Unidad Popular, 36.2% de los votos.
- Jorge Alessandri Rodríguez, independiente, apoyado por la derecha: 35%
- Radomiro Tomic Romero, de Democracia Cristiana: 34.74%
Debido a lo cerrado que estuvieron esos comicios, tenían que haberse ido al Congreso para decidir quién sería el presidente para el periodo 1970-1976.
Pero la Democracia Cristiana no quiso pelear y se abstuvo de interponer cualquier recurso.
Ante eso, Allende se comprometió por escrito para darles su lugar a los votantes de ese partido.
También le dieron su respaldo los de la derecha, confiados en que Allende honraría su palabra de gobernar para todos los chilenos.
La traición de Allende.
Pero no lo hizo y así rompió la larguísima tradición de los presidentes chilenos de gobernar para todos.
Entonces, es falso que tuviera ese gran respaldo popular que dicen los rojillos mexicanos.
Apenas llegó al Palacio de La Moneda, pronunció la famosa frase de que él guiaría su acción sobre los conflictos irreconciliables de clases.
Con eso dejó entrever que giraría el timón de su gobierno hacia el marxismo.
Apenas se supo esto, los dirigentes de los partidos y movimientos comunistas y socialistas de Chile comenzaron a preconizar la necesidad de una guerra civil.
En medio de esos vientos cargados de incertidumbre y caos, a nadie le llamó la atención que durante su primer año de gobierno, la inversión privada nacional y extranjera fuera de CERO.
Eso provocó que Allende declarara a Chile como insolvente para pagar los créditos contraídos internacionalmente.
Incluso pidió una moratoria sobre la deuda externa del país.
La entrevista con Debray.
En seguida, Allende cometió un error garrafal, al aceptar una entrevista con el periodista francés Régis Debray, que fue capturado junto al Che Guevara en Bolivia, lo cual desató un escándalo porque el gobierno francés pidió que fuera perdonado y extraditado, cosa que finalmente sucedió.
Pero antes, Allende le confió a Debray lo siguiente:
“Mis diferencias con el Che Guevara son solo tácticas, por requerir la situación chilena un respeto transitorio a la legalidad burguesa”.
Su error fue no haberse esperado a dar un auto golpe de Estado y hasta después decirle esto al periodista francés.
La entrevista fue publicada con el título de “Conversaciones con Allende”, el 16 de marzo de 1971.
Esto alertó a la población, a las instituciones, a las fuerzas armadas y a los empresarios.
Allende quería suplantarlos.
Castro, el ajonjolí de todos los moles.
En 1971 invitó a Fidel Castro y éste se pasó 28 días recorriendo todo Chile arengando a las multitudes hacia la revolución.
Ese mismo año comenzaron a crearse las escuelas para guerrilleros.
El gobierno importó armamento de gran calado, bombas, explosivos, morteros, antitanques, de procedencia checa y soviética.
“Diplomáticos” cubanos.
Paralelamente, la embajada de Cuba en Chile se convirtió en un búnker, con más de 300 “diplomáticos” acreditados.
En 1973, Allende planteó la sustitución del Congreso por una Asamblea Popular y fueron creados los tristemente célebres “tribunales del pueblo”.
Pretendió transformar el sistema educativo para convertirlo en un instrumento de concientización marxista.
Los diarios “La Tercera” y “El Mercurio”, con una larga trayectoria democrática, fueron cerrados, clausurados por el “demócrata” Salvador Allende.
Ante estos hechos, finalmente las instituciones chilenas reaccionaron.
La Iglesia abandonó su neutralidad y criticó a Allende.
Por unanimidad, la Corte Suprema de Justicia censuró al gobierno por el atropello sistemático de la legalidad.
La Contraloría rechazó -por ilegales- innumerables resoluciones del Poder Ejecutivo.
En un acto insólito, Allende no quiso promulgar las leyes aprobadas por el Parlamento y a pesar de los mandatos judiciales, se siguió negando a hacerlo.
Se sentía un dictador ya.
Cierto, Augusto Pinochet fue un golpista. Pero golpeó a un dictador.
El ex presidente Eduardo Frey Montalva (1964-1970), que le entregó el poder a Allende, declaró que el gobierno minoritario de Unidad Popular estaba resuelto a instaurar una dictadura totalitaria y daba los pasos para llegar a ello.
El 7 de agosto de 1973, la Marina de Guerra de Chile denunció un frustrado complot para sublevar a la flota de Valparaíso y Concepción.
Allende aceptó su error, pero ya era muy tarde.
El 9 de septiembre de 1973, dos días antes del golpe de Estado de Pinochet, Allende y sus colaboradores aceptaron su error y hablaron de convocar a un referéndum.
Pero ya era demasiado tarde.
La destrucción de la democracia, de la economía y el rechazo de las fuerzas armadas para apoyar al comunismo, detonó en la pradera y la muerte se enseñoreó de Chile.
Sin Allende ni las enormes torpezas de la Unidad Popular, el mundo jamás hubiese escuchado el nombre de Augusto Pinochet a quien apodaban "El Vampiro".
Por estas razones, si hoy recordamos a Allende no debe ser para enaltecerlo ni para rendirle tributo, ni para llamarlo héroe ni mártir, ni para ofrendarle flores en guardias de honor, ni para andar firmando en el libro de su memorabilia, como lo hicieron Andrés Manuel, Beatriz Gutiérrez Müller de López y su comitiva durante el reciente viaje de la representación morenista a Chile, en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana.
Debemos censurarlo y recordar que la gran lección que Chile nos dejó es que el marxismo-leninismo no se lleva bien con la democracia.
Sin embargo, los socialistas no pueden vivir sin dividir.
Eso es lo que el joven presidente chileno Gabriel Boric quiere hacer ahora: tratar de reescribir la historia a su antojo e intentando levantar a un tonto, a un cretino, como lo fue Allende.
Bueno, hay otro mandatario latinoamericano al que se le inflama el pecho cuando se refiere a Allende.
El presidente extranjero más admirado por López Obrador no fue un idealista, sino un dogmático.
No fue un demócrata, sino un marxista que quiso convertir a Chile en una inmunda tiranía como lo sigue siendo Cuba, 63 años después de la llegada de los Castro al poder, y como hoy lo es Venezuela, de donde huyen millones debido a la destrucción de la economía que provocaron Hugo Chávez y Nicolás Maduro con sus ideas socialistas.
Venezuela era una potencia mundial por su petróleo y hoy es un paria que ha sido saqueado por ese par de dictadores, por sus familias, allegados y sus aliados cubanos, rusos y chinos.
- ¿Cuáles son las preferencias de López Obrador y sus pajes majes guajes?
- ¿Acaso no son los dictadores de Cuba, Venezuela, Rusia, China y Nicaragua?
Son preguntas, conste...
Cajón de sastre:
“Las comparaciones son odiosas, pero muy necesarias. AMLO no solo admira a Allende, sino que pareciera que sigue sus pasos, y esto debe preocupar a los mexicanos que todavía esconden la cabeza a su conveniencia, como hacen los avestruces”, detona la irreverente de mi Gaby.
PUBLICACIONES RECIENTES DEL AUTOR EN OTROS MEDIOS NACIONALES Y EXTRANJEROS:
https://www.sdpnoticias.com/autor/placido-garza/
https://muckrack.com/placido-garza
https://qoshe.com/yazar/pl-cido-garza/2695060
https://vanguardia.com.mx/autor/-/meta/placido-garza-irreverente-